Por Diego Varela, Secretario Ejecutivo de Achipia

Diego Varela, Secretario Ejecutivo de Achipia

Cuando pensamos en alimentación en general nos detenemos en el acceso, es decir, la seguridad de contar con alimentos suficientes para satisfacer nuestras necesidades. Probablemente pensemos en los lugares en donde ese acceso es limitado. Algunas personas podrían considerar la forma en que el alimento se produce y podrían estar preocupadas por la sostenibilidad de los métodos, las buenas prácticas y la presión que esto podría generar en el medio ambiente. Hay quienes se centran en los entornos alimentarios y cómo esto incide en el valor que tiene alimentarse. También están los y las que consideran el aspecto nutricional y desde allí la calidad de lo que consumimos día a día. Lo cierto es que, sin alimento, ninguna de estas reflexiones puede ser posible; la alimentación mueve el mundo y determina en gran medida su desarrollo.

En el sencillo acto de comer se conjugan elementos culturales, valoraciones, interacciones, modos de vivir y de entender nuestras relaciones con los demás. Comer es un acto que encierra un montón de significados y al mismo tiempo sólo uno: la vida. Visto así, la inocuidad alimentaria es de gran importancia y es incluso de esas cosas de las que nos damos cuenta de la importancia de su presencia cuando no está o cuando se pierde, ya que la posibilidad de que un alimento nos genere daño, gira en torno a un sistema complejo que comienza en la producción, pasa por transformaciones y procesamientos diversos, continúa en el transporte, se va concretando en la distribución y culmina en el consumo, lo cual involucra investigación científica, innovación e incluso participación ciudadana, soberanía y resguardo patrimonial.

Parte importante de las enfermedades transmitidas por los alimentos ocurren producto de la manipulación y de las condiciones de higiene que se llevan a cabo en el momento de preparación y consumo. El mejoramiento de las prácticas que permiten contar con alimentos más seguros es en efecto, una práctica que salva vidas, ya que un importante número de microorganismos patógenos puede causar daños irreversibles en nuestro organismo e incluso la muerte.

Se estima que más de 200 enfermedades son causadas por patógenos que pueden estar presentes en los alimentos, por lo tanto, su control es una tarea en donde tenemos una alta responsabilidad. Lo anterior no significa que la industria, las entidades públicas y los centros de investigación no tengan una cuota de participación. Los grandes avances científicos han sido provocados por políticas públicas que han puesto en el centro de nuestras preocupaciones la salud de la población, no solo a partir del fomento de la investigación, sino que, de la mano con esto, del mejoramiento de las normas y estándares alimentarios. En este sentido el Codex Alimentarius, organismo que desarrolla las normas referenciales para la protección de la salud y el comercio en materia alimentaria, juega un papel clave en el mantenimiento y promoción de la inocuidad de los alimentos. Por esto, y porque la alimentación es vida, celebramos cada 7 de junio el Día Mundial de la Inocuidad Alimentaria que este año se conmemora con el slogan “las normas en inocuidad y calidad alimentaria salvan vidas” porque precisamente su presencia permite la posibilidad de vivir, de estar mejor y de desarrollarse tanto en lo personal como en lo colectivo.

No hay seguridad sin inocuidad de los alimentos y es por eso este mes de junio desarrollaremos una serie de iniciativas con todos los actores del sistema alimentario, buscando promover la conciencia sobre este tema. En ACHIPIA sabemos que esta tarea no es importante sólo durante este día, o este mes, trabajamos para que sea una preocupación constante, porque un mejor país sólo es posible con una mejor institucionalidad en materia de inocuidad y calidad de los alimentos.