Colombia: Llueven fresas en el Oriente

Colombia
Colombia: Llueven fresas en el Oriente

Hay un paraje en la Autopista Medellín-Bogotá del que, según expertos, salen cada día hasta tres toneladas de fresas para la venta a granel en Medellín. Es el sustento de 500 familias en San Vicente.

Eran las 2:00 de la tarde del jueves 7 de octubre cuando el celular de Lina Jiménez sonó con una de esas noticias que enfrían el estómago: "Está cayendo una granizada en San Vicente".

Con un aviso como ese empiezan las preocupaciones para Lina y sus colegas, cultivadores y comercializadores de fresas en el Oriente antioqueño. Eso significa que el producto que están a punto de cosechar se dañó o que no va a terminar de madurar. Plata perdida para ella, que tiene el doble rol, de productora, en pequeña escala y de comercializadora. Tiene 30 clientes fijos y su negocio se mueve porque ella "selecciona" muy bien el producto. Lleva cuatro años en este "voleo".

A las 5:00 de la mañana Amado Acevedo empieza a trabajar. Corta el exquisito fruto del fresón. Con cuidado, él, su mujer y sus hijos, llenan entre 30 y 50 canecas de fresas de todos los tamaños: grueso, medio, balín y pulpa, que se llama así, incluso antes de convertirse en pulpa.

Dos horas después van en su camioneta hacia el puente peatonal, a la entrada a San Vicente sobre la Autopista Medellín-Bogotá.

A las 8:00 de la mañana 13 carros están descargando fruta. Parece un mercado rural, solo que allí no hay sino fresas. De cada vehículo se descargan unas 40 canecas y cada una contiene 13 o 14 kilos.

Amado le vende a Carlos Hoyos. Carlos, con sus dos brazos, se lleva de cuatro a seis canecas de fresa cada día. Las vende en Medellín, se camina la ciudad y es, como se dice, un vendedor puerta a puerta. Es de suponer que, además de los brazos, se vale de la paciencia de conductores en todo su recorrido, que esperan a que suba, uno a uno, las canecas llenas de mercancía.

Carlos empieza a caminar a las 10:30 de la mañana, arranca por Belén, va a Laureles y termina como a las 4:30 de la tarde por la Calle 10, en El Poblado.

Él, como todos los que integran la cadena, lamenta que el invierno esté afectando la cantidad y la calidad de la fruta cosechada.

"No se termina de madurar, se ve aporreada, muchas veces toda se tiene que vender para hacer pulpa".

Lo que hace que este esquema de comercialización de fresa sea especial, es que todos los que hacen parte de la cadena, son trabajadores de sol a sol, se ganan el sustento de sus familias a fuerza de un trabajo intenso, de lunes a lunes. No hay intermediarios que se estén haciendo ricos, no hay posición dominante y no hay guerra de precios. Su único temor es que el clima los siga lastimando, e incluso, en ese caso se pregunta Lina, "¿Qué puede hacer uno si así son las cosas de Dios?".

Fuente: El Colombiano

Suscríbete a nuestro Newsletter