Cambio climático obliga a replantear estrategias para la producción de cerezas en Chile

Cambio climático obliga a replantear estrategias para la producción de cerezas en Chile

Es innegable que Chile sufre las consecuencias del cambio climático y una de las frutas emblemáticas son las cerezas. El país produce el 97% de la oferta de este fruto en el hemisferio sur, pero las exportaciones han bajado alrededor de un 20% debido a inviernos menos fríos y veranos calurosos, informa la Universidad de Talca.

Los profesionales del área han buscado distintas estrategias para hacer frente a este problema, una de ellas es la elección de variedades de cerezas que puedan adaptarse mejor a estas condiciones.

Marcelo Arriagada, director técnico de la unidad de cerezos y pomáceas de ANA Chile, explicó en declaraciones recogidas por la casa de estudios, que la selección de variedades ha sido crucial para mantener la calidad y cantidad de fruta a cosecha.

“Lo importante es poder traer genética que prospere bajo esas condiciones de suelo, clima, disponibilidad de frío, y permita obtener un buen producto y así cosechar una cereza que sea del gusto del mercado chino, que es el principal comprador”, señaló el experto durante la IX CherryExpo 2025, organizada por el Centro de Pomáceas de la Universidad de Talca y ANA Chile.

En la industria frutícola nacional, las exportaciones de cerezas están dominadas por variedades tradicionales como Lapins, Santina y Regina, que representan la mayor parte de los envíos hacia mercados internacionales como China. “En las últimas temporadas han ganado espacio nuevas variedades de cerezas como Sweet Aryana, Nimba y Pacific Red, que son de cosecha temprana con atributos de calibre, firmeza y dulzor que buscan consolidarse y diversificar las ventanas de exportación”, afirmó Arriagada.


Cerezas: cambio climático obliga a replantear estrategias en su producción en Chile

Fotografía gentileza Universidad de Talca.


Baja en exportación de cerezas

En el pasado, se exportaba entre 135 y 150 millones de cajas por temporada, pero los números se han ajustado significativamente, reportó la Universidad de Talca.

“Hoy son menores y se está hablando de una dispersión entre 110 y 125 millones de cajas”, afirmó el profesional de ANA Chile, quien atribuye esta baja a las condiciones climáticas del invierno y el verano.

“Hubo harta lluvia durante el periodo flor, temperaturas bajas, heladas e incluso granizo en algunas zonas. Condiciones climáticas que afectaron la cuaja final”, detalló. La acumulación insuficiente de frío en los meses clave influyó en el potencial productivo, así como el calor extremo del verano, que estresan a las plantas.

Asimismo, Luis Ahumada, gerente general de la Exportadora Los Olmos, confirmó esta merma y destacó que, aunque “todos quisiéramos que nuestros huertos no bajaran la producción”, este escenario podría traer un respiro en precios.

“Aunque haya producciones 20 o 25% más bajas que el año pasado, estimo que los precios deberán compensar esta disminución. Esperamos que sea una temporada mejor que el año anterior”, afirmó Ahumada.

Para el gerente general de la Exportadora Los Olmos, esta será una temporada clave para medir cómo responde el mercado chino con volúmenes más moderados y fruta de mejor calidad, pero advierte que, de no ser así, implicaría que la cereza que se cosecha en diciembre en adelante se va a ver enfrentada a tiempos más difíciles.


Cambio climático obliga a replantear estrategias para la producción de cerezas en Chile


Modelos predictivos y riesgos en postcosecha

Ante este escenario, el investigador del Centro de Pomáceas de la Universidad de Talca, Álvaro Sepúlveda León, presentó en la IX CherryExpo 2025 el proyecto desarrollado junto a la Fundación para la Innovación Agraria (FIA) titulado “Modelos predictivos basados en clima, nutrición y manejo para minimizar pérdidas por pardeamiento interno en cerezas y manzanas”.

La iniciativa se ejecutó en huertos comerciales de las regiones del Maule y O’Higgins, permitiendo evaluar el comportamiento de la fruta en condiciones reales de producción, tanto en campo como en postcosecha, etapa donde este daño se manifiesta.

“Lo que buscábamos fue evaluar si podíamos anticipar cuándo la fruta tendría un mayor o menor riesgo de presentar problemas en postcosecha, usando herramientas de inteligencia artificial que permiten detectar patrones que no se identifican fácilmente con modelos tradicionales”, explicó el investigador. Esta fase es crítica para la exportación, ya que muchos lotes llegan a destino con el daño desarrollado, afectando directamente la calidad y el valor comercial.

Los resultados revelaron una relación clara entre el clima y la aparición del pardeamiento interno: invierno con mayor acumulación de frío reduce el riesgo, mientras que veranos con altas temperaturas y condiciones estresantes lo aumentan considerablemente. Esto fue especialmente evidente en los huertos monitoreados, donde las diferencias entre localidades permitieron afinar el modelo.

“A través de una plataforma de consulta vamos a contar con un sistema de alerta temprana que indique al productor si las condiciones de la temporada están aumentando el riesgo”, señaló.

“Es importante seguir la temporada año a año, porque las primaveras y veranos están siendo cada vez más estresantes por las altas temperaturas, como ocurrió ahora. Y eso repercute directamente en cómo llega la fruta a postcosecha”, concluyó.


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