Cosecha de cerezas de Copefrut destaca por altos estándares en plena temporada

Por Macarena Bravo.

Portalfruticola.com llegó hasta la zona de Curicó, en la región del Maule, para ser parte de la cosecha de cerezas de Copefrut y recorrer una de sus plantas de packing, conociendo en terreno el trabajo que sostiene a una de las exportadoras de mayor trayectoria de la fruticultura chilena.

Copefrut cuenta con 70 años de historia y sus orígenes se remontan a una cooperativa de productores de fruta. En ese contexto, conversamos con el gerente general de Copefrut, Andrés Fuenzalida, quien recordó que los agricultores fundadores buscaban “lograr economía y tener más fuerza para vender su fruta, sin imaginar que con el tiempo se convertirían en un actor relevante de la exportación frutícola chilena”.

Con la experiencia acumulada en la industria, Fuenzalida asegura que el foco para los próximos años es generar oportunidades para los productores y ser cada vez más competitivos: “Nuestro objetivo es entregar mejores retornos y aportar valor en los distintos mercados en los que participamos”.

El ejecutivo detalló que el plan de desarrollo de Copefrut está impulsando con fuerza cuatro especies estratégicas: cerezas, manzanas, kiwis y ciruelas, donde la innovación varietal es hoy un eje central. “Los mercados son cada vez más exigentes y la innovación no puede hacerse por hacerla, sino para obtener un mejor producto”, explicó. 

Para ello, la empresa invierte en investigación, testeo y evaluación de variedades que respondan tanto a las demandas comerciales como a las condiciones productivas del país.

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En ese camino, Copefrut inició un proyecto de cereza bicolor, con cerca de 40 hectáreas desarrolladas en conjunto con productores, además de la búsqueda de variedades más tempranas y más tardías. 

Otro sello fundamental de la compañía es su compromiso con la calidad y la condición de la fruta exportada. El gerente general destacó que el trabajo conjunto con los productores sigue siendo un pilar clave: “Lograr un buen producto requiere mucho conocimiento y trabajo. Esa relación, que se creó hace 70 años, sigue siendo uno de nuestros puntos fuertes”.

El equipo técnico trabaja estrechamente con los agricultores, acompañándolos en decisiones y prácticas productivas que permiten cumplir con los estándares exigidos por los mercados internacionales. 

“La confianza mutua ha sido clave para enfrentar los desafíos y mejorar de forma sostenida la calidad de la fruta”, agregó.

Cosecha de cerezas en Huerto Las Rosas

En Romeral, Curicó, visitamos el Huerto Las Rosas, donde la cosecha toma forma entre los árboles, el trabajo de los agricultores y las manos de los cosecheros. Allí conversamos con el encargado del campo, Sebastián Fuenzalida, quien junto a su padre desarrolla un proyecto familiar dedicado a la producción de cerezas en un total de ocho hectáreas de las variedades Santina, Lapins y Bing. Actualmente se encuentran finalizando la cosecha de Santina, la variedad más temprana.

La familia mantiene una relación de más de 40 años con Copefrut, vínculo que Sebastián describe como fundamental desde el punto de vista financiero, comercial y técnico. Gracias a este trabajo conjunto han logrado renovar variedades —dejaron atrás a los antiguos cerezos “corazón de paloma”— y adaptarse a los requerimientos del mercado exportador.

Para esta temporada, el huerto registra un rendimiento cercano a 14.000 kilos por hectárea, cifra que Sebastián celebra.

“A nosotros nos ha ido bastante bien en volumen. Este año estamos más tranquilos”, comentó.

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El productor reconoce que la temporada anterior fue compleja en calidad: “Sabíamos que iba a ser más desafiante. Hay que producir la mayor cantidad de kilos con la mejor calidad y calibre posibles, y eso es muy difícil”.

En Las Rosas comenzaron a cosechar el 27 de noviembre y proyectan extender la temporada hasta el 15 o 17 de diciembre, dependiendo del comportamiento de la última variedad. 

Mientras muchos productores reportan disminuciones cercanas al 20% en el rendimiento, este huerto vive la situación inversa: un 20% más de producción en Santina respecto al año pasado. Sebastián atribuye ese resultado a un manejo riguroso y “a la cuota de suerte que siempre se necesita en este rubro”.

Durante la temporada, la empresa familiar emplea a 60 trabajadores, entre cosecheros y personal de selección.

Y aunque actualmente cuentan con ocho hectáreas plantadas, tienen un plan de crecimiento que proyecta aumentar su producción en cerca de un 30% durante los próximos dos a tres años, gracias a nuevas plantaciones que aún no entran en plena producción.

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Recorrido por planta de Copefrut

Las operaciones en el huerto se inician temprano: la fruta se cosecha entre las 6:00 y el mediodía para evitar el aumento de la temperatura y asegurar su llegada en óptimas condiciones al packing.

Tras una primera selección en campo, en la que se retiran la fruta dañada y las hojas, las cerezas son transportadas a la planta ubicada a pocos kilómetros de Las Rosas.

En la planta Cenkiwi, ubicada en Teno, el gerente de operaciones, Manuel Ibáñez, explicó que se procesan diariamente 1.200.000 kilos de cerezas, operando en dos turnos de 7,5 a 8 horas, dependiendo del formato de empaque. Las faenas se desarrollan de lunes a viernes o de lunes a sábado, según la demanda.

Ibañez destacó que todas las plantas cumplen “con las exigencias internacionales” de inocuidad para los distintos mercados de destino. 

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Paso a paso: el cuidado de la fruta

El proceso en planta está diseñado para proteger cada detalle de la cereza. Al llegar los camiones, son recibidos en zonas cubiertas con mallas para evitar la radiación solar y con pisos que se limpian periódicamente. Además, utilizan aspersores de humedad que mantienen las condiciones de temperatura óptimas para preservar la frescura del producto.

Luego, el equipo de control de calidad toma muestras representativas para analizar color, tamaño, nivel de azúcar y posibles defectos.

Posteriormente, la fruta pasa al hidroenfriador, donde recibe un baño de agua clorada a cero grados Celsius que asegura  la limpieza y la rápida reducción de temperatura.

Más tarde, ingresa a las líneas de proceso, donde sistemas tecnológicos identifican daños y descartan de inmediato los frutos afectados.

Tras este análisis, las cerezas se almacenan por hasta 48 horas en cámaras de frío de entre cero y un grado Celsius antes del embalaje.

En el área de empaque, las cerezas son sanitizadas en estanques con agua y luego suben por cintas transportadoras donde se corta el pedicelo. Más adelante, cada fruto es fotografiado más de 15 veces, lo que permite su clasificación por calibre, color y defectos.

Las frutas seleccionadas avanzan a los distintos formatos de embalaje, donde se realiza un nuevo control de calidad. Posteriormente, las cajas son selladas, etiquetadas y sometidas a inspecciones aleatorias del Servicio Agrícola y Ganadero (SAG), de acuerdo con los protocolos fitosanitarios de los mercados de destino.

Finalmente, las cajas pasan al área de paletizado, donde son enfriadas y almacenadas en cámaras para conservar su condición antes de ser despachadas a los contenedores, junto con la documentación necesaria para la exportación.

Desde allí, las cerezas inician un viaje de miles de kilómetros hasta llegar a los consumidores finales de todo el mundo.

*Fotografías equipo Portalfruticola.com | Derechos reservados.