Frambuesa con más vida útil: nuevo estudio en el ADN de la fruta abre la puerta a variedades resistentes

Un equipo de la Universidad de Cranfield, en Inglaterra, logró un avance histórico en la mejora genética de la frambuesa roja (Rubus idaeus). Por primera vez, investigadores validaron en una publicación científica la edición de ADN en esta fruta mediante la técnica CRISPR-Cas9, un paso que podría revolucionar su producción y consumo.
El estudio, publicado en la revista Frontiers in Genome Editing, describe un método innovador para aislar células individuales de frambuesa (protoplastos) y aplicarles una edición genética libre de ADN. Este enfoque permite introducir cambios en el genoma sin añadir material genético externo, lo que acelera la mejora varietal y cumple con la legislación vigente en Inglaterra que solo permite modificaciones no transgénicas, detalló la Universidad de Cranfield.
Según los investigadores, esta técnica podría reducir de más de diez años a apenas 12 meses el tiempo necesario para obtener nuevas variedades listas para ensayos en campo. El potencial es amplio: frambuesas con mayor vida útil, más dulces, sin semillas, de mayor tamaño o con mejor resistencia a plagas, enfermedades y olas de calor provocadas por el cambio climático.
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Un ejemplo clave del estudio fue la edición del gen NPR1, que en tomate ha demostrado aumentar la resistencia al moho gris. Aplicado a la frambuesa, podría abrir la puerta a variedades más duraderas y resistentes, lo que contribuiría a reducir el desperdicio de alimentos y mejorar la sostenibilidad de la producción.
“Las técnicas de mejora de precisión son esenciales para reducir el desperdicio, mejorar la sostenibilidad y la nutrición, y abaratar los costos de los alimentos”, explicó Ryan Creeth, estudiante de doctorado y autor principal del trabajo.
El siguiente desafío para el equipo científico es regenerar plantas completas a partir de los protoplastos editados genéticamente, un paso complejo pero crucial para trasladar estos resultados de laboratorio al campo. Si se logra, los consumidores podrían ver en los próximos años frambuesas más resistentes, sabrosas y sostenibles en los estantes de los supermercados.
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