Proyecto chileno promete aumentar la vida útil de las frutillas en postcosecha

Con éxito concluyó en San Pedro de Melipilla, en la zona central de Chile (Región Metropolitana), la primera temporada de ensayos en campo de un innovador proyecto que busca extender la vida útil de las frutillas mediante el uso de levaduras nativas mejoradas, capaces de producir compuestos que retrasan su maduración y descomposición.
Las pruebas, desarrolladas junto a agricultores locales asociados a Agrofrutillas San Pedro, evaluaron el efecto del sistema tanto en fruta en precosecha como en postcosecha, analizando parámetros clave como peso, firmeza, color, sanidad y duración de la vida útil. Así lo informó el Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA La Cruz).
Ahora, la investigación continuará con ensayos en laboratorio para profundizar en el análisis bioquímico y molecular de los resultados.
El proyecto —financiado por la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (ANID) a través de su Subdirección de Investigación Aplicada (SIA)— se ejecuta en conjunto con la Universidad de Santiago y la empresa AgroQ-Tral. Su objetivo es ofrecer soluciones biológicas que mantengan la calidad y frescura de la fruta por más tiempo, reduciendo pérdidas y favoreciendo una producción más sostenible.
Vida útil de las frutillas y levaduras nativas
En el núcleo de esta propuesta está el uso de levaduras nativas de la especie Saccharomyces cerevisiae, reconocidas en enología y panificación, pero aquí seleccionadas y optimizadas para producir un gasotransmisor natural con propiedades antimicrobianas y reguladoras de la maduración.
“Trabajamos con levaduras aisladas de ambientes enológicos, sometidas a cruzamientos convencionales, para obtener un gas capaz de extender la vida comercial de la fruta, especialmente frente a los desafíos de su comercialización en fresco”, explicó el Dr. Sebastián Molinett Soto, investigador de INIA La Cruz y director del proyecto.
El proyecto se desarrolla en colaboración con la Universidad de Santiago de Chile, a través del académico Claudio Martínez Fernández. Junto a su equipo, dispone de un banco de 195 cepas de levaduras nativas seleccionadas por su capacidad de producir el compuesto de interés.
Estas cepas serán sometidas a un programa de mejoramiento genético para identificar aquellas capaces de emitir, durante aproximadamente una semana, las tasas óptimas necesarias para la preservación postcosecha.
El desafío biotecnológico está en conseguir que las levaduras mantengan la producción del gasotransmisor dentro de rangos controlados, asegurando su efecto conservante sin modificar las características organolépticas de la fruta.
“Esto ya pudimos comprobarlo con éxito durante la primera temporada de ensayos”, destacó el Dr. Molinett.
AgroQ-Tral, empresa asociada a la iniciativa, evalúa la futura licencia de la tecnología con miras a desarrollar un sistema comercial para productores de berries y exportadores.
El potencial de este desarrollo cobra especial relevancia ante los efectos del cambio climático, que aceleran la maduración y deterioro de frutas sensibles como la frutilla. Según sus impulsores, el uso de levaduras bio-productoras de gasotransmisores podría transformarse en una alternativa natural, sostenible y económica para conservar fruta fresca y reducir pérdidas postcosecha.
*Fotografías gentileza Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA La Cruz).
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