El daño ocasionado por las heladas ocurre cuando se forma hielo en el interior de los tejidos y destruye las células de las planta, este es un tipo de estrés vegetal. El daño directo es debido a los cristales de hielo que se forman en el protoplasma de las células (congelamiento intracelular), mientras que el daño indirecto ocurre cuando el hielo se forma en el espacio extracelular (congelamiento extracelular).
En ambos casos el daño puede afectar a la planta completa o parte de ella, lo cual reduce el rendimiento y la calidad del producto final.
Ciertas prácticas culturales pueden reducir el daño por heladas, tanto de forma preventiva como para recuperar el vigor de la planta a posteriori. Éstas son algunas de las prácticas a tener en cuenta para evitar los efectos adversos que el estrés térmico por frío puede causar en los cultivos.
Cuando los suelos están secos, hay más espacios de aire que inhiben la transferencia y el almacenamiento del calor. En los años de sequías, la protección contra heladas se mejora humedeciendo los suelos secos. El objetivo es mantener el contenido de agua del suelo cercano a la capacidad de campo, que normalmente es el contenido que debe haber de agua, entre 1 y 3 días que siguen a su humedecimiento.
Se puede prevenir regando los días previos a la helada, (hoy día tenemos bastante certeza con las previsiones del “hombre” tiempo) contribuyendo a que las plantas sufran menor daño y se recuperen rápidamente de este efecto. Esta práctica puede ser complementada con un acertado plan de nutrición, bioestimulación y protección de las defensas de las plantas afectadas.
Este tipo de productos prepara a la planta ante las condiciones de estrés. Cuando la planta experimenta bajas temperaturas incrementa la concentración de aminoácidos, potasio y azúcares al interior de la célula para disminuir los espacios libres en el protoplasma y evitar la formación de un mayor número de cristales de hielo.
Además, los aminoácidos en condiciones de estrés abiótico son fuentes energéticas utilizadas en la respiración de mantenimiento, contribuyendo así a que la planta vuelva rápidamente a un estado óptimo para el desarrollo y crecimiento de órganos vegetales.
El mejoramiento de la rigidez de paredes y membranas celulares también constituye una herramienta para contrarrestar los efectos negativos causados por una helada. Los aportes de Calcio, Boro y Zinc mejoran las condiciones de paredes y membranas celulares por estar ligados directamente a su estructura.
Aunque los daños en la planta por estrés térmico dependen de la capacidad de resistencia de cada tipo de cultivo y variedad, hay otros muchos factores que debemos tener presentes para lograr una máxima protección y capacidad de reacción ante esta adversidad climatológica.
Mantener cubiertas limpias de hierbas, recurrir al riego, evitar el laboreo previo, realizar un abonado equilibrado o fortalecer a la planta con bioestimulantes especializados son algunos de los métodos indirectos más efectivos para resguardar al cultivo de los serios daños que pueden producirse por su sometimiento a heladas o bajas temperaturas.
Son aconsejables su aplicación en riego por goteo la tarde anterior y durante la noche, se trata de un abono orgánico de alta solubilidad especialmente indicado para mejorar la calidad de suelo. Además son una fuente energética directa para las plantas debido a que su biodegradación por los organismos del suelo en momentos de elevado consumo energético, provoca beneficios en el rendimiento y calidad final de las cosechas, incluso en situaciones de estrés.
Suponen una estimulación energética en los momentos de mayor demanda del cultivo. Los aminoácidos especialmente seleccionados promueven la síntesis de proteína e intervienen en procesos concretos para favorecer la síntesis de fitohormonas y clorofila.
Actúan provocando un aumento adicional de la fotosíntesis.
Es un agente osmótico del citoplasma celular que ayuda a abrir los estomas y regula el balance hídrico de la planta.
Fortalecen las paredes celulares de la planta ayudando a reconstruir los tejidos vegetales.
Impulsan la brotación y el desarrollo vegetativo.
Aumentan la circulación de savia.
Reducen el tiempo requerido por la planta para la cicatrización de los tejidos vegetales, debido a su elevada capacidad como regenerador citológico.
Se han desarrollado una gama de bioestimulantes agrícolas a base de hidrolizado de proteínas de distintas microalgas.
Son productos bioestimulantes, 100% naturales, con un elevado contenido en aminoácidos libres, polisacáridos, fitohormonas, oligoelementos y antioxidantes, que son el complemento perfecto para la autodefensa de las plantas y el consiguiente incremento del rendimiento de cultivos de todo tipo.
Son mezcla de microorganismos que colonizan el nicho ecológico de las raíces creando una barrera biológica beneficiosa para el cultivo.
Estos microorganismos provocan una competencia interespecífica por el espacio y protegen las raíces de los cultivos.
Se trata, por tanto, de un protector radicular que fortalece el sistema defensivo de las plantas al mismo tiempo que estimula al cultivo para superar el ataque de patógenos y enfermedades del suelo, beneficiando a la planta en su conjunto, proporcionando:
Raíces sanas
Efecto bioestimulante: activando el desarrollo radicular y vegetativo
Aumento del vigor del cultivo
Estimulan la actividad de la fauna y flora microbiana propia del suelo
Una alimentación adecuada permite tener a las plantas lo suficientemente fuertes y sanas, manifestando una resistencia innata a las bajas temperaturas. Así mismo la concentración de sales que implica esta buena nutrición permite descender el punto de congelación del agua dentro de la propia planta.
Por todo lo expuesto, es absolutamente recomendable la utilización de todos estos inputs hoy día investigados y contrastados y que están a disposición de los agricultores, para prevenir y reparar todos los daños ocasionados por las inclemencias climatológicas que, desgraciadamente acechan a los labradores, si cabe, mucho más agresivas en los últimos años, quizá por el impacto que nuestro planeta está sufriendo debido al llamado “cambio climático” y con el que debemos saber convivir, mediante la utilización de las nuevas tecnologías.
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La pruina es una capa cerosa de aspecto blanquecino o grisáceo que se encuentra de manera natural en la superficie de muchas frutas, hojas y tallos.
Una nueva investigación de la Universidad de Florida muestra que los productores pueden ahorrar hasta un 67%, o hasta medio millón de galones por acre por temporada, al alternar los ciclos de riego intermitente por aspersión entre encendido y apagado, logrando el mismo rendimiento.