SAG e INIA apuestan por colaboración para controlar Drosophila suzukii en Chile

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SAG e INIA apuestan por colaboración para controlar Drosophila suzukii en Chile

La presencia de Drosophila suzukii, conocida como la plaga de la mosca de alas manchadas, mantiene en alerta a los productores y entidades del sector hortofrutícola de Chile.

De acuerdo con el Servicio Agrícola Ganadero de Chile (SAG,) se han recibido 482 denuncias en lo que va de la temporada 2020-2021, y se puede encontrar al insecto en varias zonas del país.

“Las regiones de La Araucanía, Los Ríos y Los Lagos se encuentran ampliamente distribuida, y en las regiones de O´Higgins, Maule, Ñuble y Bíobio está ampliando su distribución a nuevas zonas que presentan condiciones adecuadas para colonizar y establecerse”, dijo la entidad.

“La mosca de alas manchadas se encuentra en estatus de plaga con distribución restringida a algunas áreas en las regiones de Coquimbo, Valparaíso, RM y Aysén”, comentaron.

Rodrigo Astete, jefe de la División de Protección Agrícola y Forestal del SAG y Luis Devotto, investigador  del INIA Quilamapu, explicaron a PortalFrutícola.com las medidas y estrategias que están utilizando para controlar la plaga y analizaron el escenario actual en Chile.

“La principal estrategia de acción que viene efectuando el SAG desde la ocurrencia de las primeras detecciones en Chile es ejecutar un plan de difusión y comunicación a los productores y entes involucrados en el tema. Estas acciones de difusión se enmarcan en conocer la situación de la plaga, saber identificar a la mosca adulta y en la fruta, efectuar monitoreo en el huerto, y conocer en términos generales las acciones de manejo integrado de la plaga”, indicó Rodrigo Astete.

“Gracias a que en Chile se detectó la plaga en forma previa a que los productores se vieran afectados, esto ha dado tiempo para que los productores puedan conocer al insecto, a la vez de que puedan ir adoptando acciones de manejo fitosanitario del huerto acorde a su situación local”, agregó Astete.

Sobre el trabajo que han realizado con entidades del gobierno chileno para controlar la plaga, el representante del SAG afirmó que “a lo realizado por el SAG se suma también que en diciembre de 2020 el Subsecretario de Agricultura reiteró la necesidad de que las Secretarías Regionales del Ministerio de Agricultura pudieran acentuar su rol coordinador frente a las acciones de difusión entre las instituciones públicas y privadas, para trabajar mancomunadamente las labores de manejo y control, priorizando este asunto acorde a las realidades locales”.

“En ese marco, ODEPA, SAG, INDAP e INIA están trabajando de forma asociativa y colaborativa en un plan de trabajo nacional, el cual integra acciones entre instituciones del Ministerio y un trabajo mancomunado que involucra al sector privado, la academia y la ciudadanía, ya que ese es el único camino que permitirá controlar esta plaga, logrando convivir con ella en el tiempo, y de esta forma mitigar al máximo el impacto que pueda generar en el corto, mediano y largo plazo”, destacó Astete.

En el caso de la estrategia de investigación impulsada por el INIA (Instituto de Investigaciones Agropecuarias de Chile) Luis Devotto, investigador de la entidad, comentó  que “se basa en la premisa de que la ´Drosophila suzukii´ es una plaga que no puede ser controlada usando exclusivamente insecticidas químico. Esto significa que los huertos deben prepararse concienzudamente para ser lo más inhóspitos que se pueda contra esta plaga. Sólo bajo estas condiciones las aplicaciones de insecticidas serán eficaces”.

“Además de intervenir los huertos en forma individual, también se hará imprescindible coordinar los esfuerzos de todos los productores, independiente de su tamaño, que compartan la misma área geográfica, ya que, si una parte de los campos implementan las medidas y otros no, la mosca de alas manchadas tendrá muchos refugios donde reproducirse y atacar a todos los huertos por igual. Por ende, sólo un esfuerzo coordinado de la industria logrará mantener a raya a esta plaga”, agregó el experto.

Situación de los cultivos

Consultado sobre los impactos que han recibido los cultivos sobre la plaga, el jefe de la División de Protección Agrícola y Forestal del SAG mencionó que “a diferencia de los años anteriores, a partir de la presente temporada 2020-2021, el SAG ha estado recibiendo una mayor cantidad de denuncias sobre la presencia de la plaga, principalmente de particulares que realizan agricultura familiar en regiones del centro sur del país correspondientes a Maule, Ñuble, Biobío, La Araucanía, Los Ríos y Los Lagos. También en la presente temporada hemos estado recibiendo información muy puntual, disgregada y localizada sobre daños a especies cultivadas preferenciales para esta mosca”.

Indagaciones sobre la plaga

Respecto a las investigaciones de la plaga, el INIA concentra la indagación en dos de sus Centros Regionales: Quilamapu (abarca actividades en O’Higgins, Maule, Ñuble y Biobío) y Carillanca (con actividades en La Araucanía, Los Ríos y Los Lagos).

De acuerdo con Luis Devotto, las actividades se realizan en las siguientes fases:

  • Fase de concientización y capacitación: INIA realizó charlas y seminarios con sus especialistas, más expertos de EE.UU. e Italia, a fin de que los actores del sector conocieran esta plaga nueva para el país y comenzaran a preparar los huertos para los cambios que se necesitan para enfrentar la creciente presión de la plaga. Esto se realizó a partir de 2016, antes que llegara la plaga a Chile, cuando su presencia en Argentina subió las probabilidades de que llegara a nuestro país.
  • Fase de búsqueda de financiamiento de la investigación: “en 2017 INIA financió con recursos propios un proyecto semilla para definir las prioridades de investigación en esta plaga y con esta priorización ya establecida, se presentaron más de diez proyectos a distintas fuentes de financiamiento entre 2018 y 2020, de los cuales se logró la aprobación de un proyecto con fondos del Gobierno Regional del Maule” señaló Luis Devotto.

“En 2021 se postularán al menos tres proyectos más a fuentes nacionales e internacionales”, explicó.

  • Fase de ejecución de la investigación: el especialista señaló que “una vez lograda la autorización de SAG para criar esta plaga y ejecutar ensayos con ella (2019), INIA está cerrando las brechas de información que existen en el país en los siguientes ámbitos: eficacia de insecticidas químicos; incorporación de nuevos insecticidas convencionales y de insecticidas orgánicos, control biológico; atrayentes y repelentes ;y manejos culturales”.

Inicios: Presencia de Drosophila suzukii en Chile y el mundo

La presencia de Drosophila suzukii no es nueva en Chile y el mundo. La primera vez que la detecto el SAG fue en 2017, en sectores turísticos del sur del Chile como las regiones de La Araucanía, Los Ríos y Los Lagos.

Rodrigo Astete aclaró que “estas detecciones acontecieron en forma muy previa a la afectación y daño a cultivos comerciales y/o especies silvestres que empezamos a evidenciar recién en estas últimas dos temporadas”.

“Esta plaga agrícola, si bien está ampliamente distribuida en algunas regiones del sur del país, aún se encuentra en proceso de colonización en Chile y en dispersión a nuevas áreas que presenten hospedantes y condiciones agroclimáticas adecuadas para su establecimiento”, enfatizó.

El noviembre de 2019, PortalFrutícola.com comunicó que la plaga –en base a información del SAG– en ese entonces afectó a “9 especies de carácter cultivable (frambuesa, arándano, mora, frutilla, cereza, guinda, murta, ciruelo y durazno)”.

Respecto al nivel internacional, los primeros antecedentes de la presencia de Drosophila suzukii fueron en Japón. Astete complementó: “donde se sabe que en el año 1931 fue encontrada afectando a cerezas. Luego se tiene antecedentes de su presencia en el año 1980 en Hawái, y más recientemente, en el año 2008, fue detectada generando graves daños económicos en berries y cerezas en California y Europa”.

“A partir de 2008-2009 comenzó a dispersarse ampliamente a otros países de América del Norte y de Europa, y más recientemente, en 2014, fue detectada en Sudamérica. Primero en Brasil y Uruguay, luego en Argentina, y después en Chile”, señaló.

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