Productoras de espárragos potencian un pequeño pueblo en Ecuador y más del 50% de sus empleadas son mujeres

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Productoras de espárragos potencian un pequeño pueblo en Ecuador y más del 50% de sus empleadas son mujeres

Con tan solo 31 años, las primas María José Torres y Carolina Ordoñez lograron superar los obstáculos para poder irrumpir en el negocio de la exportación de espárragos en Ecuador.

Después de tres años de la primera campaña como exportadoras, estas primas potenciaron el pequeño pueblo Parroquia Pablo Arenas, a través de la agricultura; y, a su vez, ofrecieron trabajo a las mujeres del lugar.

El año pasado su compañía, ProAgroTorres, recibió un premio por parte de la Unión Europea al ser considerada como empresa ancla; gracias al trabajo de responsabilidad social que realizaron en la Parroquia Pablo Arenas.

Hoy, ProAgroTorres está ad-portas de abrir unas nuevas oficinas en Urcuquí; lo que permitirá a la empresa seguir potenciando el mercado de los espárragos y expandir su infraestructura.

Sin embargo, el camino que recorrieron estas primas para consolidar el negocio no fue fácil. Tuvieron que enfrentar problemas logísticos y los prejuicios por ser mujeres jóvenes en una industria en la que predominan los hombres. 

Ambas hablaron con PortalFrutícola.com y nos relataron la historia de ProAgroTorres.

Tradición familiar

El conocimiento de la agricultura y del negocio del espárrago está en la sangre de María José Torres.

María José Torres es hija de agricultores. Su padre fue pionero en traer desde Quito el cultivo de espárragos a la Parroquia de Pablo Arenas y siempre destacó por su conocimiento en el rubro.

“Mi papá es ingeniero agropecuario, también viene de familia agrícola, mis abuelos y tatarabuelos son todos agricultores”, comentó María José Torres.

Sin embargo, el cultivo de espárragos no le entregaba al padre de María José Torres los ingresos que necesitaban. “Egresé de la universidad y mi papá sembró más espárragos. Yo tenía en mi mente la idea de comercializar los productos de mi papá, porque es la única opción para que ellos pudieran salir del hoyo en que estaban metidos por las deudas”, explicó.

Después de terminar los estudios en la universidad, María José Torres comenzó a trabajar en otro ámbito diferente a la agricultura; pero siempre tuvo presente comercializar los espárragos.

“Yo terminaba de trabajar y todas las noches escribía a empresas para que me pudiesen comprar el espárrago. Me quedaba despierta toda la madrugada y, muchas veces, no recibía respuestas”, comentó.

No obstante, María José Torres insistió y logró vender el producto a un supermercado importante del país, pero aún en pequeñas cantidades. 

Según Torres, el consumo de espárragos en Ecuador es escaso y es por ello, por lo que la única manera de potenciar el negocio es a través de la exportación. Al notar esta situación, María José Torres decidió contar con el apoyo de alguien más en el negocio y es allí cuando comenzó a trabajar con su prima, Carolina Ordoñez, quien aceptó ser su socia y se unió al desafío.

La primera exportación de espárragos y las primeras dificultades

Las dificultades para María José Torres y Carolina Ordoñez no estuvieron en la primera exportación, sino que en las siguientes.

Los primeros clientes de ProAgroTorres fueron españoles, quienes viajaron a conocer las instalaciones de la empresa que, en esos tiempos, estaban ubicadas en el garaje de la casa de María José Torres.

“Tenía vergüenza de que viniera a vernos, porque no teníamos la infraestructura, pero cuando él vino y bajamos al terreno vio a mi papá vestido como agricultor, con las botas de caucho y pala en la mano. Eso fue una de las cosas que a él lo convenció a comercializar con nosotras”, explicó María José Torres.

Así es como ambas comenzaron a trabajar para poder realizar la exportación; dejaron sus antiguos empleos y lograron concretar la primera campaña.

“Nos fue increíble. Pensamos que no era tan difícil y nos creíamos las expertas en el tema, pero después llegaron los problemas”, explicaron.

En la segunda campaña tuvieron problemas con la empresa de carga, por lo que no pudieron enviar a tiempo el pedido. Esto significó una gran pérdida económica y que pensaran en dejar el negocio.

“Incluso tuvimos una pelea entre nosotras, pero después nos dimos cuenta de que esa discusión nos unió y nos hizo notar que teníamos que seguir adelante y enfrentar todos los obstáculos”, comentó Carolina Ordoñez.

Sin embargo, gracias al cliente español que les brindó un aliento económico, pudieron retomar el negocio y comenzar una nueva campaña; pero otra dificultad se les presentó en este camino: la pudrición de los espárragos.

“El espárrago llegaba mal. No sabíamos qué hacer; llamamos a técnicos, ingenieros agrónomos y nadie lograba saber qué estaba pasando”, puntualizó Carolina Ordoñez.

“Empezamos a perder los proveedores. No quiero ni acordarme de esas épocas. En el pueblo, que son bastante machistas, hablaban de que éramos mujeres y no servíamos para este negocio, porque los hombres sí sabían hacerlo”, contó María José Torres.

A pesar de los problemas, Carolina Ordoñez y María José Torres decidieron continuar con la empresa.

Más trabajo para las mujeres de la parroquia Pablo Arenas

Como perdieron proveedores, Carolina Ordoñez propuso a su prima comenzar a comprar semillas y así incentivar el cultivo.

Se pusieron de acuerdo con un proveedor de semillas de Estados Unidos y las vendieron al mismo precio de costo en la Parroquia de Pablo Arenas. Esta acción permitió que lograran captar nuevos proveedores.

“Así fuimos saliendo adelante y nuestra última campaña fue la mejor de todas las que hemos tenido. Nos han contactado clientes, incluso de Singapur, Hong-Kong, Canadá, España. Trabajamos muchísimo para que esto retomara su rumbo”, explicó Carolina Ordoñez.

En toda la experiencia que acumularon durante los tres años de aciertos y fracasos, Carolina y María José conocieron la industria de los espárragos en profundidad. Trabajaron con sus colaboradores y realizaron codo a codo algunas labores en la planta de procesamiento.

Es por ello por lo que notaron que, para ciertos trabajos, la labor de las mujeres era primordial. “Demostramos con trabajo y resultados que las cosas sí se pueden lograr cuando las haces bien y empezamos a contratar en la planta mayor porcentaje de mujeres, porque eran más eficientes, ya que para escoger el espárrago hay que ser muy minucioso; las mujeres tenemos la capacidad de distinguir los calibres de manera exacta”, explicó Carolina Ordoñez.

Así, las mujeres que vivían en la Parroquia Pablo Arenas y necesitaban trabajar, pero tenían que ir a otras ciudades en busca de empleo, dejaron de migrar y ahora estaban a pocos metros de sus casas e hijos ejerciendo las labores.

“Eso empezó a formar un lazo de agradecimiento entre colaboradores y nosotras, porque se tomaron el proyecto como parte y nos ayudaron en los momentos más críticos”, puntualizó Ordoñez.

Agregó que “siendo mujeres, siendo jóvenes y contratando mano de obra femenina le hemos demostrado no solo a la Parroquia, sino que también a Ecuador, que podemos ser una estadística del país, podemos sumar y que cuando haces las cosas bien, te pasan cosas buenas”.

Actualmente, la empresa cuenta con cerca de un 85% de empleadas mujeres y también está aumentando los cupos para hombres.

A futuro, las productoras esperan que ProgrAgroTorres siga creciendo como empresa y llevar a más mercados el espárrago y otros productos hortofrutícolas ecuatorianos.

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