Estudio asegura que los insecticidas se están volviendo cada vez más tóxicos para las abejas

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Estudio asegura que los insecticidas se están volviendo cada vez más tóxicos para las abejas

De acuerdo con investigadores de Penn State University, durante los últimos 20 años, los insecticidas usados en ciertos sectores de EE.UU., se están convirtiendo cada vez más tóxicos para las abejas melíferas; incluso más de 120 veces en algunos estados del medio oeste del país.

Los investigadores llegaron a esta conclusión luego de identificar el aumento de los tratamientos como semillas nenicotinoides como el maíz y la soja; como el principal impulsor de este cambio.

Según lo informado por Penn State University, este es el primer estudio en caracterizar los patrones geográficos de toxicidad de insecticidas para las abejas.

En ese sentido, la importancia recae en que revela áreas específicas del país donde se podrían enfocar los esfuerzos de mitigación y conservación.

Al respecto, la directora del Centro de Investigación de Polinizadores de Penn State University, Christina Gozinger, explicó que "los insecticidas son importantes para controlar los insectos que dañan los cultivos, pero también pueden afectar a otras especies, como las abejas y otros polinizadores, en el paisaje circundante".

Asimismo, comentó que la toxicidad encontrada en la investigación, aumentó durante el mismo periodo en que se documentó una disminución generalizada de los polinizadores y otros insectos.

"Es problemático que haya un aumento tan dramático en la toxicidad total de los insecticidas; en un momento en que también hay tanta preocupación por la disminución de las poblaciones de insectos polinizadores; que también juegan un papel muy crítico en la producción agrícola", comentó Gozinger.

Proceso de investigación

Investigadores, liderados por la profesora de Penn State University, Maggie Douglas, integraron varias bases de datos públicas, en las que se establecía el uso de insecticidas del Servicio Geológico de EE.UU.

Con estos datos lograron generar estimaciones anuales, a nivel de condado, de la carga tóxica de las abejas melíferas para los insecticidas aplicados entre 1997 y 2012.

Es importante destacar que los investigadores llamaron “carga tóxica” al número de dosis letales para las abejas de todos los insecticidas aplicados a las tierras de cultivo de cada condado.

Después de las observaciones de las estimaciones, los investigadores generaron un mapa de la carga tóxica de insecticida prevista a nivel de condado.

Hallazgos y problemas en neonicotinoides

El equipo descubrió que a cantidad de insecticidas aplicados disminuyeron en la mayoría de los condados de 1997 a 2012.

Además, la carga tóxica de abejas por contacto se mantuvo relativamente estable.

Sin embargo, la carga tóxica de las abejas por vía oral aumentó en 9 veces, en promedio, en los EE. UU.; sobre todo en los estados de Iowa, Illinois, Indiana, Missouri, Minnesota, Ohio, Kentucky, Nebraska y Dakota del Sur.

"Este aumento dramático en la carga tóxica oral está relacionado con un cambio hacia el uso generalizado de insecticidas neonicotinoides, que son inusualmente tóxicos para las abejas cuando se ingieren", dijo Douglas.

La familia de insecticidas neonicotinoides se usa comúnmente como recubrimientos de semillas en cultivos, como el maíz y la soja.

Las plantas en crecimiento absorben parte del insecticida y lo distribuyen a través de sus tejidos, mientras que el resto se pierde en el medio ambiente.

En este punto, la investigadora Grozinger puntualizó que "varios estudios han demostrado que estos tratamientos de semillas tienen beneficios insignificantes para la mayoría de los cultivos en la mayoría de las regiones".

Sin embargo, para ella, es desafortunado que los productores no tienen la opción de comprar semillas sin estos tratamientos.

Por su parte, Douglas recalcó que “nuestro trabajo ayuda a identificar áreas geográficas donde la evaluación de riesgos en profundidad; y los esfuerzos de mitigación y conservación de insecticidas podrían centrarse".

Por su parte, Grozinger puntualizó que “se necesitan estudios futuros para determinar cómo la carga tóxica se asocia con los cambios en las poblaciones de abejas y otros insectos".

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