OPINIÓN: “Tal como ocurrió con los 33, el país debe actuar con urgencia ante la crisis en el agro”
Por Alberto Popper, representante de Tom Lange-Seven Seas. Chile
Hace un tiempo escribí una columna en la que expresé mi preocupación por el rumbo hacia dónde iba el tipo de cambio. Más aún, el tipo de cambio en relación a la UF que es el índice que nos amarra por todos lados, comenzando por el costo de financiamiento en una actividad como la agrícola cuyos ciclos son largos.
Mi preocupación era porque la UF se acercaba rápida y peligrosamente a los USD45 , con el único antecedente empírico que la vez anterior en que se dio la relación de USD 45 por UF, el impacto en la rentabilidad y competitividad del sector agroexportador había sido catastrófico. Luego vino en el segundo semestre de 2008 la crisis sub prime. Los exportadores chilenos, particularmente los agroexportadores, vivieron un “veranito de San Juan” con un tipo de cambio que se fortaleció y una actividad interna resentida que eliminó por un tiempo toda presión inflacionaria, mejoró la relación Dólar UF, pero los mercados mundiales se resintieron en su demanda.
Hoy volvemos con el tema a la primera página. La UF no solo llegó a costar USD45 sino que ya está en USD 47, 4.5% más cara que la ocasión anterior en que causó tantos estragos. El escenario para la demanda de los productos agrícolas y agroindustriales, si bien existe un auge de precios en los commodities, debe ser mirado con detención y no todos los productos tienen la misma realidad. En la fruta que es el foco de este portal y en los derivados industriales de esta, la situación es particularmente preocupante. Chile ha ampliado su acceso a mercados, es verdad. Existe incremento de los volúmenes exportados en todos los productos y una creciente proporción de las ventas se ha podido descolgar del dólar. Sin embargo, también es un hecho cierto, que hoy ni en el futuro cercano existe un mercado que tenga la capacidad de absorber el volumen y variedad de productos frutícolas y agroindustriales que Chile exporta a Estados Unidos, ni que tenga la capacidad de pagar al menos, los precios que pagan los Norteamericanos.
Para poner aun mayor presión sobre los precios, Chile tiene la capacidad, y lo hace, de inundar los mercados con su producción de frutas. En al menos 2/3 de la temporada para los diferentes productos nuestros envíos mantienen al mercado norteamericano sobreabastecido con todo lo que ello implica. Aun con demanda fuerte en los destinos y con una relación de tipo de cambio mejor, este es un ajuste que debiera ocurrir.
El mercado de Estados Unidos sigue con su demanda resentida, los consumidores que han sido el motor, siendo la norteamericana una sociedad de consumo, consumen menos. La crisis sub prime remeció las fundaciones de la conducta de consumo de los norteamericanos, hoy son mucho más cautelosos en su gasto que antes de la crisis. Por ese lado, no esperemos ayuda, el consumidor norteamericano volverá sólo cuando sienta nuevamente que su Dólar vale y se le pase el susto que le causó la crisis. Tampoco esperemos mucha ayuda por el lado de cambios macro, como podría ser alza de tasa de interés en EEUU. La tasa seguirá baja mientras la actividad siga débil.
¿Qué nos pasa localmente? Estamos inundados de dólares. El cobre fuerte es un chorro tremendo entrando al país. La tasa de interés local tiene un diferencial positivo por lo que es un incentivo adicional al ingreso de dólares. La demanda interna está fuerte y tenemos algo de inflación, acentuada por los altos costos principalmente de energía. El sector agrícola enfrenta además escasez y encarecimiento de mano de obra. Para sazonar un poco más el plato, los países vecinos crecen en su producción de frutas que compiten o competirán con ventaja, directamente con la producción chilena, la que por el momento se defiende gracias a su status sanitario, o a condiciones preferentes de acceso a mercado derivadas de los tratados de libre comercio.
Mirando producto por producto, no es sorpresa lo que se lee en la prensa. Existen productos que aún teniendo condiciones óptimas de productividad y estructura de costos, no son viables con una UF que cuesta USD 47, ni tampoco 45 o 40.
La autoridad económica tiene un ajedrez complejo frente suyo y no puede ni debe permanecer indiferente. Usando la analogía del libro, el queso ya lo movieron, el escenario es y seguirá siendo distinto. No basta parchar, la agricultura es una actividad que necesita ser sostenible en el largo plazo, no es de entrada y salida, no se ajusta ni reconvierte moviendo una palanca. El valor estratégico de la actividad agroindustrial es importantísima para la estabilidad social del país. El asunto es crítico hoy, no mañana ni pasado, HOY. Tal como ocurrió con los 33, en que Chile movilizó al mundo, nuestra autoridad económica debe actuar con urgencia y extremar su capacidad creativa para idear soluciones que brinden un horizonte de sustentabilidad al negocio agrofrutícola y agroindustrial. El objetivo es evitar funerales masivos en una actividad que tanto bien ha hecho a Chile y que como dijo el Presidente de Fedefruta es un buen negocio para el Estado.
Alberto Popper
Tom Lange-Seven Seas. Chile