El fertirriego en la agricultura chilena se expande a la zona centro-sur impulsado por la automatización

El fertirriego en la agricultura chilena se expande a la zona centro-sur impulsado por la automatización

En los valles del norte de Chile, como en Elqui en la Región de Coquimbo –donde se cultivan paltos, cítricos y uva de exportación– y en Atacama, con producción de uva de mesa y aceitunas, los proyectos de fertirriego ha permitido mantener cultivos en zonas de muy baja disponibilidad de agua.

Sus resultados están impulsando la expansión de esta tecnología hacia nuevas áreas productivas en la agricultura chilena en la centro-sur del país. 

¿Qué permite el fertirriego?

Al integrar sensores, sistemas de telemetría y automatización que ajustan en tiempo real la inyección de agua y nutrientes, el fertirriego contribuye a optimizar el uso de recursos críticos, mejorar la uniformidad de los cultivos y facilitar el manejo agronómico.

“El fertirriego permite ajustar la inyección de fertilizantes y el volumen de agua en tiempo real, según la etapa del cultivo y características del suelo. Antes se hacía de forma manual y dependía de la expertis del operador; hoy el ajuste es automático y preciso”, afirma Nicolás Zepeda, ingeniero agrónomo y representante técnico comercial de Dripsa en la zona norte, empresa chilena especializada en soluciones de riego que gestiona actualmente 27 mil hectáreas con estos sistemas en la agricultura chilena. 


El fertirriego en la agricultura chilena se expande a la zona centro-sur impulsado por la automatización


En los últimos años, los predios que utilizaron esta tecnología (que combina el suministro de agua y nutrientes a través del mismo sistema de riego) lograron mantener niveles de productividad estables, incluso en años con déficit hídrico superior al 70%, demostrando que producir uva de mesa o cítricos en zonas de muy baja disponibilidad de agua es hoy posible gracias a una gestión precisa y automatizada. Allí, la telemetría, con dispositivos que monitorean y ajustan los sistemas a distancia, juega un rol fundamental. 

Cada válvula, bomba y punto de inyección entrega datos constantes sobre presión, caudal, pH y conductividad eléctrica. Luego, esa información se integra en plataformas digitales que permiten tomar decisiones instantáneas, con beneficios a nivel productivo, subraya el especialista de Dripsa.

“Con esto, el cultivo responde mejor porque recibe lo que necesita, en la cantidad y momento exacto. Hemos visto mejoras claras en la uniformidad de la producción y en la calidad del fruto”, dijo Zepeda.

Adaptación al suelo y condiciones 

Tras la experiencia en los valles del norte, la tecnología se ha extendido hacia regiones con una mayor diversidad agrícola, como O’Higgins, Maule y Ñuble. En estas zonas, el desafío no radica solo en enfrentar el déficit hídrico, sino también en adaptarse a la heterogeneidad de los suelos y compatibilizar distintos tipos de cultivos dentro de un mismo predio.

“Mientras en el norte la motivación era enfrentar la escasez de agua, en el centro-sur el foco está en producir de manera más eficiente, cuidando la calidad del producto. "Hay mucho interés en aplicar fertirriego, sobre todo en frutales, porque permite controlar mejor las dosis y evitar sobreaplicaciones", explicó Zepeda, quien añadio que hoy tienen varios proyectos en marcha entre las O'Higgins y Ñuble, con buenos resultados en rendimiento y estabilidad de producción. 


El fertirriego en la agricultura chilena se expande a la zona centro-sur impulsado por la automatización


En los últimos años, Dripsa ha desarrollado iniciativas adaptados a distintas escalas productivas, desde frutales mayores hasta hortalizas y cultivos industriales. Cada implementación contempla el trabajo conjunto de agrónomos y técnicos, quienes deben considerar parámetros específicos como el tipo de suelo o las características del cultivo.

En el caso de las regiones de la zona centro-sur, por sus condiciones topográficas o agronómicas, los predios requieren de diseños más específicos.

Programas de fertilización específicos 

A diferencia de la fertilización tradicional, el fertirriego permite que las plantas reciban los nutrientes en la cantidad, concentración y momento exacto en que los necesitan, optimizando tanto el uso del recurso hídrico como del fertilizante, y logrando una distribución homogénea de ambos. En esta tarea, soluciones totalmente solubles, que se preparan en estanques y se inyectan al sistema según la etapa fenológica del cultivo. 

Los principales elementos en este proceso son nitrógeno, fósforo y potasio, con adición de micronutrientes, dependiendo del análisis de suelo y follaje. Cada campo tiene su propio programa de fertirriego: no se puede aplicar la misma mezcla en un parrón que en un huerto de cítricos o en una plantación de nogales.

“Nuestro trabajo no termina cuando el sistema queda instalado. Acompañamos al productor durante todo el ciclo del proyecto para que mantenga la eficiencia y evite caídas de rendimiento. Un buen diseño puede perder eficacia si no se le da el cuidado adecuado”, concluyó el agrónomo. 


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