"Efectos tremendos": la industria de EE.UU. se prepara para alza arancelaria y menor crecimiento tras la finalización del Acuerdo de Suspensión del Tomate

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El Departamento de Comercio de Estados Unidos anunció que pondrá fin al Acuerdo de Suspensión del Tomate (TSA, por sus siglas en inglés) el próximo 14 de julio, una decisión que Javier “JJ” Badillo de Fresh International LLC, calificó como una “gran preocupación”.

En declaraciones a Portalfruticola.com, el también presidente de la División de Tomates de la Fresh Produce Association of the Americas (FPAA), advirtió que el sector podría enfrentar importantes desafíos financieros y operativos si las políticas actuales se endurecen o si finaliza el acuerdo con México.

“En seis a nueve meses, podríamos ver a empresas medianas retirarse del negocio”, afirmó. “Y entre los 12 a 14 meses, podríamos empezar a ver una disminución en el crecimiento del tomate dentro de la industria, lo que podría tener efectos tremendos en toda la categoría”.

Con más de 45 años en el sector, Badillo señaló que su empresa podría verse obligada a cerrar operaciones si entra en vigor el cambio normativo, calificando el escenario como una posibilidad “muy real”.

La finalización del acuerdo podría desencadenar un aumento del 20.91% en los aranceles sobre los tomates mexicanos, lo que se traduciría en mayores costos para los importadores estadounidenses y, en última instancia, para los consumidores. Esto, a su vez, podría reducir los volúmenes, especialmente en variedades de alta demanda como el tomate Roma y el uva.

“Siempre hay un punto de quiebre en el que el consumidor dice: 'Sabes qué, voy a comprar menos o no voy a comprar'. Y cuando eso ocurre, la categoría de tomates en su conjunto empieza a contraerse”, añadió Badillo.


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También explicó que el modelo de negocio actual bajo las reglas antidumping requiere un flujo de caja significativo. Bonos que antes costaban unos 50 dólares anuales podrían reemplazarse por cartas de crédito de cientos de miles a millones de dólares, incluso hasta 5 millones para empresas grandes.

“Al final del año, las empresas pasan por una auditoría y, según el resultado, los porcentajes arancelarios pueden subir o bajar”, explicó.

“Para una empresa más pequeña como la mía, el gobierno de Estados Unidos solo puede auditar a unas pocas empresas —normalmente las cinco más grandes— y cómo les vaya a ellas determinará lo que suceda con el resto del sector”.

Estos resultados, agregó, son retroactivos al primer cargamento de tomates enviado durante ese año, lo que podría significar ajustes a cuentas de hasta dos años atrás.

Estabilidad del mercado y visión común

Pese a los desafíos regulatorios, Badillo destacó que el segmento de tomates cultivados en invernadero está prosperando. La tecnología ha permitido un suministro confiable durante todo el año y ha diversificado sabores, colores y opciones de empaque.

“La industria de invernaderos está viva, bien y evolucionando cada año”, afirmó. “Están surgiendo nuevos productos constantemente”.

Según datos recientes, entre el 70 y el 90 % de los tomates comerciales vendidos son de invernadero, lo que demuestra que este segmento continúa ganando cuota de mercado.

Allison Moore, vicepresidenta ejecutiva de la FPAA, coincidió con Badillo en cuanto al valor de esta innovación. No obstante, indicó que los productores de Florida no han seguido el mismo camino.

“Un gran segmento de la industria ha dicho: 'innovemos; usemos invernaderos para producir variedades de mejor sabor'”, comentó. “Pero en Florida no se ha visto esa misma innovación. En su lugar, podríamos perder un acuerdo que ha brindado estabilidad solo para respaldar un tomate verde maduro que no es la variedad preferida por el consumidor en los supermercados hoy en día”, dijo Moore.


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Posiciones divididas y el futuro del acuerdo

La Florida Tomato Exchange (FTE), un defensor clave de los productores nacionales, ha apoyado públicamente el fin del TSA, argumentando que permitirá a los agricultores estadounidenses competir en igualdad de condiciones.

Portalfruticola.com contactó a representantes del FTE, pero no recibió respuesta antes del cierre de la publicación.

Moore sostuvo que las partes interesadas aún esperan que las negociaciones en curso logren un acuerdo revisado y viable antes del 14 de julio.

“Nuestro enfoque sigue siendo mantener un acuerdo que gestione eficazmente el mercado”, dijo. “Este acuerdo ha sido una herramienta efectiva durante casi tres décadas, brindando estabilidad e impulsando la innovación en el cultivo del tomate”.

Moore también subrayó la importancia económica de las importaciones de tomate mexicano, que sostienen alrededor de 47,000 empleos en Estados Unidos y generan un impacto económico de 8.800 millones de dólares a nivel nacional. Estados como Texas, California y Arizona, fundamentales en la cadena de suministro, están especialmente atentos a la necesidad de un marco comercial estable.

“Imagino que muchas empresas de Florida con presencia en México también están teniendo conversaciones difíciles con sus proveedores allá. Tenemos que trabajar juntos para encontrar lo que funciona y tenga sentido para seguir llevando al mercado las variedades de tomate cultivadas en invernadero que los consumidores prefieren”, concluyó.

*Fotografías gentileza FPAA.

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