Larvas del suelo: claves para prevenir pérdidas en frutales durante otoño

Con la llegada del otoño, los huertos frutales de la región de Ñuble, Chile, enfrentan una amenaza silenciosa pero de alto impacto: las larvas del suelo.
Diversas especies de insectos en estado larval se alimentan de las raíces de los árboles, debilitando su sistema radicular, reduciendo su capacidad de absorber agua y nutrientes, y provocando una caída en la producción futura e incluso la muerte de plantas, reportó el Instituto de Investigaciones Agropecuarias de Chile, INIA.
Frente a esto, especialistas en entomología y manejo agroecológico hicieron un llamado a los productores a actuar de manera preventiva.
“El monitoreo es clave, porque el ataque de larvas a las raíces de la planta reduce considerablemente su volumen radicular, lo que limita su desarrollo para la próxima temporada y facilita el ingreso de enfermedades del suelo”, explicó el investigador INIA Quilamapu y Director del Proyecto de Fruticultura Sostenible y Resiliente al Cambio Climático en la Región de Ñuble, Jorge Retamal.
Por su parte, el ingeniero agrónomo Daniel Ortiz, dijo que el monitoreo debe realizarse en otoño mediante calicatas o excavaciones de aproximadamente 30x30 cm de superficie y 40 cm de profundidad, en al menos 10 puntos por hectárea.
“Lo que buscamos es detectar la presencia de larvas y, a partir de eso, identificarlas”, explicó, destacando que “no todas son plagas, pero si se confirma que atacan frutales, entonces se debe definir la mejor estrategia de control, idealmente comenzando por alternativas biológicas como los hongos entomopatógenos”.
De igual manera, la ingeniero agrónomo, Marta Rodríguez, advirtió que esta es una época clave para actuar. “Estamos en otoño, un momento en que muchas de estas larvas están activas bajo tierra, alimentándose de las raíces finas de los árboles. Si no se detectan a tiempo, el daño se verá reflejado en la temporada siguiente con menor vigor de las plantas, caída en la floración o incluso pérdida de ejemplares”.
Rodríguez señaló que muchas veces los agricultores cometen el error de aplicar insecticidas sin haber hecho un diagnóstico, o porque recibieron una recomendación genérica.
“Aplicar productos por calendario, sin saber si realmente hay plaga o cuántas larvas hay, es un grave error. Además de ser un gasto innecesario, puede dejar residuos peligrosos en la fruta o afectar organismos benéficos del suelo”, advirtió.

Cabrito de la Frambuesa es una de las plagas más peligrosas que ataca las raíces de los huertos frutales | Fotografía INIA.
Cabrito: detección a tiempo es clave
El ingeniero agrónomo y ex investigador de INIA Quilamapu, Marcos Gerding, fue enfático en que el primer paso siempre debe ser identificar correctamente la especie. “Hay muchas larvas que causan daño y otras que no. Algunas incluso ayudan al ecosistema del suelo. Identificar bien, nos permite saber con precisión cómo y cuándo intervenir, evitando errores costosos y aplicaciones innecesarias”, explicó.
El investigador de INIA Quilamapu, Luis Devotto, coincidió en que las larvas son el estado más peligroso de los “cabritos”, ya que barrenan las raíces.
“A medida que se alimentan, crean un túnel en dirección al cuello de la planta, ya que es el lugar predilecto para transformarse en pupa y luego en adulto. Esta forma de alimentarse hace que el umbral tolerable de larvas sea muy bajo (cercano a cero), ya que en muchos casos basta una larva por planta para producir la muerte de ésta”, explicó el experto.
Agregó que “los productores deben abordar a la brevedad, es la detección temprana de los cabritos en los huertos, ya que las detecciones por sintomatologías visuales tradicionales (cambios de color de la planta y/o brotación débil) han demostrado ser demasiado tardías, concluye, Devotto.
Control biológico: herramienta efectiva y sostenible
Frente al ataque de las larvas, el control biológico aparece como una herramienta efectiva y sostenible. Para Marta Rodríguez, existen dos grandes grupos de enemigos naturales que hoy están disponibles en el mercado: los hongos entomopatógenos, que provocan enfermedades en las larvas; y los nematodos entomopatógenos, pequeños organismos que parasitan y eliminan a las larvas dañinas sin afectar al cultivo.
“Estos productos tienen la ventaja de no dejar residuos químicos y de actuar de forma precisa sobre el objetivo, sin dañar el ecosistema del suelo”, añadió.
Por último, el investigador INIA y director del proyecto de Fruticultura Sostenible, subrayó que “la clave está en la prevención”. Esto implica no solo el monitoreo y la identificación, sino también conocer los umbrales de daño de cada especie para tomar decisiones informadas.
Recomendaciones para productores:
- Realizar 10 calicatas por hectárea, de 30x30x60 cm, cerca del tronco de las plantas.
- Identificar correctamente las larvas encontradas, ya que no todas son dañinas.
- Utilizar control biológico cuando se confirme la presencia de larvas perjudiciales.
- Evitar aplicaciones químicas innecesarias o por calendario, ya que pueden generar residuos y ser ineficientes.
- Considerar el uso de hongos y nematodos entomopatógenos como aliados en el control sustentable.
Datos destacados:
- El monitoreo debe iniciarse en otoño, cuando las larvas están activas en el suelo.
- Las larvas afectan el sistema radicular, impactando la producción de la temporada siguiente.
- El control biológico es eficaz y evita residuos químicos en fruta y suelo.
- No todas las larvas son plagas: la identificación correcta evita intervenciones innecesarias.
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