El desafío de crear círculos virtuosos en la relación empresa productora, empresa contratista y trabajador de temporada

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El desafío de crear círculos virtuosos en la relación empresa productora, empresa contratista y trabajador de temporada

Escrito por: Claudia Silva, Gerente de Personas de Garces Fruit.

Cuando entré a trabajar en la agroindustria, me llamó mucho la atención la diferencia entre el imaginario y lo que en la realidad sucede en este mundo laboral. Me sorprendí con grandes posibilidades de desarrollo profesional y con la comprobación de que buena parte de las empresas han profesionalizado los cargos, las líneas de proceso y líneas de trabajo.

La demanda por trabajadores para la agroindustria ha aumentado en el tiempo, porque cultivos intensivos en mano de obra, como las cerezas, han ido creciendo, requiriendo una mayor cantidad de gente para las cosechas y plantas de embalaje en temporada.

En Garces Fruit buscamos ser un buen lugar para trabajar, y este es un imperativo para trabajadores directos y también para los trabajadores de empresas contratistas. Por eso, quiero resaltar a los círculos virtuosos que se generan dentro de esta relación entre empresas productoras, empresas contratistas y trabajador de temporada (que opera a través de contratistas).

Las empresas productoras suelen tener faenas cortas, por ejemplo, una cosecha en un campo puede durar 10 días, como máximo un mes. Otras faenas, como la poda, son gestiones especializadas, muy específicas, pero de corto tiempo. Una empresa contratista puede tener personas especializadas para realizar labores de corto tiempo, e ir moviéndose con el equipo “experto” por distintas empresas productoras que requieran sus servicios.

Las empresas contratistas funcionan como empresas de colocación y, dentro del mundo de la temporalidad, ellos son capaces de ofrecer continuidad al trabajador, porque el contratista va con distintos productores, buscando faenas y colocando a su gente.  Por ello, la empresa contratista le puede otorgar al trabajador agrícola una continuidad que el productor no puede entregarle.

Lo anterior permite a la empresa contratista desarrollarse y tener un grupo de trabajo permanente. Prueba de ello, es que hay algunas de estas empresas que se mantienen con una tasa de rotación bastante baja y con un grupo fidelizado de trabajadores agrícolas.

Por su parte, el trabajador, a través de la empresa contratista, puede especializarse y capacitarse en algunas tareas más específicas, además de tener una estabilidad laboral y una continuidad que si estuviera trabajando con un solo productor no podría tener. Además, el contratista es quien le va abriendo puertas a nuevos lugares de trabajo y le facilita la movilización.

Hay que considerar que los campos de producción agrícola no están cercanos a las ciudades ni a las facilidades de transporte público, por lo tanto, el contratista traslada personas desde localidades más lejanas. Además, las personas que viven en zonas rurales son cada vez menos, por lo tanto, no hay tanta gente vecina a los campos agrícolas como se necesita. Son los contratistas los que al facilitar la movilización permiten que se junte la oferta y la demanda de trabajo que se necesita para sacar adelante las labores agroindustriales.

Esta es y debiera ser una relación virtuosa, pero, como en todo, hay gente que no cumple las reglas. Por eso es tan importante que las empresas, más allá de la regulación actual, tomen la iniciativa de ir profesionalizando la relación con las empresas contratistas, tal como lo han hecho otras industrias como la minería, la construcción y las empresas de servicios.

Este es un gran desafío que debemos enfrentar las empresas agrícolas, productoras y exportadoras: cómo ir profesionalizando la relación que tenemos con las empresas contratistas y cómo los ayudamos en la formalización del vínculo que tienen con los trabajadores. Gran parte de los contratistas son microempresas que trabajan con sectores y localidades pequeñas, entonces el desafío es traspasar buenas prácticas y ver cómo los vamos apoyando en el desarrollo de sus pequeñas empresas que sirven a toda la industria.

Hoy día la agroindustria ofrece condiciones laborales que han ido mejorando en el tiempo, por ejemplo en términos de renta, y que se ha movido muy cerca de lo que ha ido sucediendo en la construcción. Además, la especialización ha permitido que las personas puedan tener una mayor productividad y así obtener mejores rentas.

La tarea de la agroindustria es contribuir al desarrollo de las empresas contratistas, en su gestión y relación con los trabajadores, y potenciar el fortalecimiento de la legislación para que atienda las particularidades de esta industria, para que, de esta manera, el círculo virtuoso se transforme en una gran esfera.

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