En el presente artículo comentaremos sobre algunos puntos clave en el establecimiento y tutorado en el cultivo del maracuyá.
El material estará listo para siembra cuando alcance una altura de 15-20 cm, esto ocurre entre 1-2 meses después de la siembra de las semillas. Las perforaciones deben ser de 0,3-0,4 m x 0,3-0,4 x 0,3- 0,4m y se realizan con un mes de anticipación al trasplante.
La tierra correspondiente a la capa arable del hoyo se debe separar de la tierra del fondo. Esta tierra más superficial, debe ser mezclada con 5 kg de abono orgánico (compost, Bokashi, gallinaza; bien descompuesto) y 50 g de fertilizante completo 10-30- 10.
Es importante utilizar de forma preventiva insecticida y fungicida para desinfectar el suelo. Cada hoyo albergará una planta trasplantada desde vivero, de tal forma que la tierra ya preparada quede abajo y el resto de la tierra quede en la superficie. La siembra deberá coincidir con el periodo de lluvias o en su defecto contar con riego inmediato, puesto que el proceso de establecimiento supone estrés hídrico fuerte para las plantas jóvenes.
Figura 1. Recomendaciones de distanciamiento y profundidad de siembra para P.edulis f flavicarpa.
Los distanciamientos de siembra cortos (2-2,5m) suponen rendimientos mayores el primer año, sin embargo a partir del segundo año son similares ya que el exceso de masa foliar provoca mucha sombra y por lo tanto se reduce la eficiencia fotosintética y vida útil de la planta. Mayores densidades de cultivo tienden a producir frutos menos dulces.
En suelos de alta fertilidad se utilizan mayores distancias de siembra y en los de baja fertilidad, menores. La pendiente del terreno, la incidencia del viento, la humedad relativa, temperatura y oferta de luz también deben ser consideradas para la definición de la densidad de siembra.
No menos importante es tener claro el mercado al cual va dirigido el producto. Es decir, si el maracuyá será para consumo fresco se deben aumentar las distancias, mientras que si el producto será industrializado se pueden manejar distancias más cortas.
El rendimiento por planta es menor utilizando mayor densidad de siembra. Sin embargo, cuando se considera el rendimiento por área este lo supera con creces. Altas densidades implicarán una mayor intensidad en el manejo de la poda, así como aplicación de un paquete tecnológico sofisticado, tal como el uso de riego localizado, fertirriego, polinización manual y reposición de deficiencias nutricionales.
A grandes rasgos, se pueden considerar distancias de 2,5- 3m entre surcos y de 2,5-5 m entre plantas, dependiendo de los objetivos y el análisis de los criterios anteriormente descritos. En zonas bajas y de alta intensidad lumínica se han logrado densidades de hasta 2500 plantas/ha, aunado a un paquete tecnológico intensivo.
El hábito trepador de la planta de maracuyá requiere la construcción de sistemas de tutorado que potencien su desarrollo y favorezca una buena distribución de las guías. Por otro lado, dichos sistemas deben también facilitar las labores agrícolas, aspersiones fitosanitarias, cosecha y riego.
Las espalderas deben mantener la dirección del viento, el maracuyá es muy sensible a esto.
Las espalderas se deben colocar de Este a Oeste, así se maximiza la absorción de luz solar.
Los postes deben estar anclados al menos a 0,5 m de profundidad. El segmento del poste que se entierra debe ser impermeabilizado, por ejemplo con aceite quemado de motor.
Los extremos de las espalderas (principio y final de cada surco) requieren la colocación de tensores.
Las distancias entre postes, deben ser el doble de la distancia entre plantas.
El largo de las espalderas debe ser el equivalente al de 10 plantas consecutivas; por ejemplo, si la distancia entre plantas es de 3 m, la distancia entre postes será 6 m y el largo de las espalderas 30 m. La espaldera en T es el sistema que más se recomienda cuando se pretende favorecer altos rendimientos, del orden de 35 t/ha.
Para la construcción del sistema de espaldera en T (Figura 2) se colocan dos postes robustos de al menos 2,5 m al inicio y al final de cada surco.
Entre esos dos postes, se ubican varas también de 2,5 m que pueden ser de bambú, guadua o alguna madera liviana pero resistente.
En el ápice de cada poste y vara se coloca una cruceta de madera de 0,9 m de longitud sobre la cual irán 2 líneas paralelas de alambre galvanizado calibre 12 separados 0,6-0,7 m entre sí.
Mientras la planta alcanza los alambres debe colocarse un tutor, puntal o pita entre la planta y los alambres, de esta forma la planta irá creciendo hacia arriba. Finalmente, cuando el cultivo se desarrolle, se formará una especie de túnel, lo que aumenta significativamente el área foliar expuesta al sol.
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