Por José Miguel Fernández, fundador y gerente general de Sembrador Capital.

José Miguel Fernández.

La Agricultura no se detiene, plantas y animales siguen su vida, ajena a los ciclos políticos. Pero los agricultores no pueden seguir su ejemplo. En esta última temporada además de toda la incertidumbre que causaban las propuestas de la nueva constitución, la Fruticultura deberá enfrentar una de las más difíciles temporadas de las últimas décadas.

Luego de conocerse el Borrador final de propuesta para una nueva Constitución, todo se encontraba en pausa, hasta que tener el resultado del plebiscito. Es que de haberse aprobado la nueva constitución se habría afectado dramáticamente la actividad agrícola como la conocemos hoy. Todo se volvía incierto: la posibilidad de comprar o vender derechos de agua, algo básico para su correcta asignación en las plantaciones de mayor valor; la certeza de poder utilizarla durante la vida de un cultivo al iniciar un proyecto; la seguridad de contar con predios libres de conflictos con pueblos indígenas; el dotar con derechos a la naturaleza y declarar a los animales sintientes en rango constitucional, con un sesgo urbano y divorciado del mundo rural; en fin… un largo etcétera que el domingo 4 de septiembre los que viven de la agricultura pudieron por fin sentirse aliviados con el triunfo del rechazo.

Al salir del estado de pausa que causaba el plebiscito constitucional, de pronto los agricultores vuelven a la realidad de encontrarse en una crisis de proporciones y tener que lidiar con lo urgente y lo importante.

En lo urgente, estamos frente a los resultados de una durísima temporada, que afecta a las principales frutas de exportación. Producto del alza de los costos, problemas logísticos en la cadena de distribución, el cierre de algunos mercados en Asia por Covid y otras situaciones que son particulares a cada fruta, las exportaciones de uva de mesa, manzanas, peras, arándanos, nueces, limones, cerezas que arriban después del año nuevo chino, etc., en muchos casos enfrentan pérdidas significativas. La industria ha sufrido una importante descapitalización y se requerirá reponer este capital para salir adelante. La banca, los proveedores de insumos, las empresas exportadoras y otros que operan como principales fuentes de financiamiento están haciendo su parte, pero puede no ser suficiente.

En lo importante, si se trata de pensar en el largo plazo, es necesario trabajar en las causas que generaron el malestar con nuestra actividad agrícola de una parte importante de los chilenos, especialmente de aquellos que viven en las ciudades. Estas causas sirvieron de insumos para la redacción de la propuesta de nueva constitución. En la mayoría de los países los agricultores son admirados por la población, por ser sus proveedores de alimentos, por trabajar en los campos y vivir cercanos a la naturaleza. Haciendo una caricatura, ¿cómo es que en nuestro Chile los agricultores han llegado a ser acusados de saqueadores de agua, extractivistas, monos cultivadores, depredadores de la naturaleza y abusadores de los animales? El triunfo del rechazo nos da la oportunidad para entender y trabajar en revertir las causas de este malestar con sentido de urgencia, para acercar el campo a nuestras ciudades.