El injerto en arándano. Operaciones y tiempos de ejecución para el cambio de variedad

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El injerto en arándano. Operaciones y tiempos de ejecución para el cambio de variedad

El contenido de este artículo fue elaborador por www.serida.org, y revisado y reeditado por Portalfruticola.com

Cambio de variedad en el cultivo de arándano mediante el injerto

El arándano es una de las especies frutales más recientemente domesticadas por el hombre para su cultivo. Hasta hace poco más de dos décadas, los cultivares presentes en la mayoría de las explotaciones comerciales se correspondían con los primeros genotipos (variedades) obtenidos, que datan de principios del siglo pasado como, por ejemplo, ‘Earlyblue’, ‘Bluecrop’, ‘Berkeley’ y ‘Herbert’, incluidos en el grupo “Highbush del norte”.

Debido al interés que este cultivo ha despertado en los últimos años, diversos genetistas especializados en esta especie han centrado su trabajo en la obtención de nuevos cultivares, principalmente de los grupos “Highbush” y “Rabbiteye”. Los nuevos cultivares, disponibles ya en el mercado, han supuesto mejoras en aspectos tan importantes como la calidad organoléptica y dureza de los frutos, la aptitud para la recogida mecánica, la prolongación de la vida tras la cosecha, etc. Otro gran logro ha sido la obtención de cultivares, bien de producción extra-temprana o extra-tardía, lo que ha permitido ampliar el periodo productivo y, en consecuencia, el de comercialización de fruta fresca.

Por otra parte, las exigencias que impone el mercado para comercializar arándanos de mayor calidad y aptitud para el transporte a larga distancia, hacen que plantaciones de arándanos relativamente jóvenes se vean en la necesidad de cambiar el cultivar por otro más moderno que responda a dichas exigencias. Hasta la fecha, la única técnica empleada para hacer este cambio consiste en arrancar y plantar de nuevo con las variedades elegidas, con toda la problemática técnico-económica que conlleva. Sin embargo, hay otra opción viable que consiste en sustituir el cultivar existente por otro mediante la técnica del injerto; al igual que se realiza con otras especies frutícolas, sobre todo en explotaciones de pequeñas dimensiones.

El arándano, a diferencia de otras especies frutales, no se multiplica en viveros mediante el injerto debido a su propio patrón de crecimiento, ya que, se trata de un arbusto que se forma con varias ramas principales que en la mayoría de los casos no salen de un mismo tronco, sino que brotan de la corona de la planta a nivel del suelo. Sin embargo, cuando se injerta una planta adulta, con su estructura ya formada, las dificultades en el cultivo son mínimas, salvo los primeros años de injerto donde la planta injertada tiende a emitir un gran número de chupones o hijuelos que es preciso eliminar.

Planta de arándano con 16 años de la variedad “Herbert” antes de injertar. (Fotografía © J. C. García)

El injerto en arándano. Operaciones y tiempos de ejecución para el cambio de variedad

El cultivo del arándano ha experimentado una notable transformación en los últimos años en lo referente a técnicas de cultivo, nuevas zonas geográficas de producción, así como en la aparición de nuevas variedades, que en la mayoría de los casos mejoran a las antiguas en aspectos como calidad de fruta, producción, mayor amplitud de adaptación climática etc.

A este respecto, las plantaciones realizadas en la década de los 80-90, en las que a las plantas aún les quedarían muchos años de vida productiva debido a la longevidad del arándano, conviven con variedades de aquellos años que hoy en día están claramente superadas en calidad de fruto e, incluso, en algunos casos, son rechazadas por el mercado en fresco.

Hasta la fecha, la única alternativa posible para el cambio varietal era la de arrancar y plantar de nuevo, con la consiguiente pérdida de producción y el coste económico que supone. Sin embargo, actualmente está comprobado que, frente al arranque y la nueva plantación, existe otra alternativa, técnicamente posible, económicamente viable y más ventajosa, que consiste en injertar las plantas ya existentes con la nueva variedad. Esta técnica del injerto es muy común en otras especies frutales de árbol, pero resulta más novedosa y compleja en arbustos frutales como el arándano, que no se cultiva en tronco único sino con varias ramas desde el suelo.

La secuencia de las operaciones que comporta la técnica del injerto es la siguiente:

1.- Recogida del material vegetal. En el mes de diciembre del año anterior, se recogen las varas de madera del año de la variedad a injertar, que se conservan en cámara frigorífica hasta el momento del injerto.

2.- En el mes de enero se procede a cortar las plantas de forma manual. Se seleccionan 8-9 ramas por planta para ser injertadas, se cortan a una altura del suelo de unos 50 cm y el resto se eliminan a ras de suelo. A continuación, se sellan todos los cortes.

3.- Inmediatamente después, también en enero, se procede a triturar toda la leña cortada, mediante dos pases de desbrozadora.

4.- A mediados del mes de marzo se realizan los injertos de púa sobre las ramas seleccionadas, mediante el sistema de hendidura, en este estudio con una media de 8,2 injertos por planta. El equipo humano lo formaron dos personas: un injertador, que se ocupó de la preparación de la púa y su colocación sobre el patrón, y un operario, que se encargó de la preparación de las plantas y el sellado posterior de los injertos.

Planta una vez injertada

5.- Una vez realizados los injertos y hasta la parada vegetativa, la labor más importante, tanto técnica como económica, es la eliminación de los rebrotes (deschuponado) de las plantas injertadas, siendo necesario realizar 4 pases en el primer año para eliminar estos rebrotes.

Planta injertada, antes del primer deschuponado (izqda.) e inmediatamente después (dcha.).

Un dato importante a tener en cuenta es el porcentaje de éxito de los injertos, que depende fundamentalmente de la ejecución y de la afinidad entre patrón y variedad. En este ensayo, prendió el 76% de los injertos, resultando a final del año una media de 6,2 injertos por planta.

Durante el primer año, el tiempo total empleado en cada planta injertada, incluyendo el corte, sellado, injertado, más el tiempo empleado en el triturado de la leña y la eliminación de rebrotes, fue de 35 minutos por planta. Extrapolando a 1 ha, con una densidad de plantación de 2.200 plantas/ha, resultan unas 1.317 horas de trabajo.

Planta 5 meses después del injerto (izquierda). Planta en el invierno siguiente al injerto (derecha).

En el segundo año de injerto y primero de cosecha, los gastos adicionales a los de una plantación tradicional, son los correspondientes a la eliminación de rebrotes desde la corona, que ya son muchos menos que en el año de injerto. En este caso se dieron un total 3 pases, en los meses de abril, junio y septiembre, empleando un tiempo total de poco más de 3 minutos por planta, lo que supuso unas 123 horas/ha.

También el tercer año es necesario repetir esta operación, aunque los rebrotes que emite la planta por debajo del injerto son mínimos, debido a que la planta ha alcanzado completamente el equilibrio entre la parte aérea y radicular. Se realizaron dos pases, en mayo y julio, empleando 1,5 minutos por planta en total, lo que equivale a unas 53 horas/ha.

En años sucesivos este gasto ya no es significativo, puesto que si se maneja adecuadamente el cultivo, los rebrotes desde la corona o cerca de ésta son mínimos, y ya no representan ninguna competencia para la producción, por lo que se pueden eliminar con la poda invernal.

Planta al año siguiente del injerto, 1ª cosecha (izquierda). Vista general del ensayo en 1ª cosecha (derecha).

Respecto al rendimiento, en el primer año de cosecha, 2009, se obtuvo una producción media de 5 kg/planta (0,83 kg/injerto), lo que representa unas 11 t/ha, cifra muy próxima a la que se consigue en una plantación adulta en plena producción, que se alcanza entre 6 y 7 años tras la plantación.

Durante las 6 cosechas siguientes, los años 2010 a 2015, las producciones fueron de 25,7 t/ha, 24 t/ha, 31 t/ha, 23,7 t/ha, 24,4 t/ha y 26 t/ha, respectivamente.

En términos económicos, el coste del cambio de variedad mediante el injertado (que sería el correspondiente a 1.493 horas de mano de obra) está muy por debajo de lo que supondría arrancar el cultivo y establecer una nueva plantación. Además, habría que añadir un considerable aumento de los ingresos debido a la rápida entrada en producción y a una eventual mejora de los rendimientos.

Plantas en el 8º año tras el injerto, en 7ª cosecha.

Conclusiones

El injerto, es una práctica viable para el cambio de variedad en arándano, tanto desde el punto de vista técnico como económico. Esta novedosa técnica podría tener otras aplicaciones  aún mucho más interesantes, que en un futuro no muy lejano podrían cambiar, de forma significativa, los sistemas actuales de cultivo.

Alguna de estas posibilidades puede ser la de realizar plantaciones con plantas injertadas desde vivero y sobre distintos patrones, buscando, por ejemplo, la posibilidad de cultivar en una mayor amplitud de tipos de suelo; una influencia positiva del patrón en la fenología o en la calidad del fruto; o incluso, la posibilidad de realizar el cultivo a tronco único. Esta última opción conllevaría la ventaja de facilitar la recolección mecánica, práctica que estamos seguros se convertirá en habitual para reducir los costes de la recogida, que es la operación más importante en términos económicos. No obstante, son necesarios más trabajos de investigación al respecto que nos permitan profundizar en todos estos aspectos.

Fuente: www.serida.org

www.portalfruticola.com

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