Tensiones portuarias entre EE.UU. y China: 3 factores clave detrás del último capítulo de una guerra comercial de larga duración

Tensiones portuarias entre EE.UU. y China: 3 factores clave detrás del último capítulo de una guerra comercial de larga duración

El año se acerca rápidamente a su fin, pero el panorama del comercio mundial sigue siendo casi tan incierto como en enero. Varios países han llegado a acuerdos con Estados Unidos, pero hay un actor importante con el que las negociaciones no parecen avanzar.

La agitación comercial entre Estados Unidos y China se remonta a décadas y es objeto de análisis en innumerables libros de economía. El último capítulo de esta historia se desarrolla en los puertos, donde ambas superpotencias han impuesto tarifas de entrada recíprocas.

La situación actual va más allá de un simple ojo por ojo, por lo que las pistas contextuales son esenciales para comprender completamente los últimos acontecimientos en Oriente y Occidente.

Clave #1: La industria de construcción naval de China domina el escenario mundial. EE.UU. quiere cambiar eso.

No hay duda al respecto: China es el constructor y vendedor de barcos número uno del mundo.

Según BRS Shipbrokers, el gigante asiático ha aumentado exponencialmente su cuota de mercado en los últimos años, con un crecimiento interanual del 37% en 2023 y del 50% en 2024. En abril, la firma informó que la industria de construcción naval del país había crecido cerca del 10%. Es probable que la cifra haya aumentado en los últimos seis meses, lo que ha resultado en reducciones de la cuota de mercado de 4 a 5% para los que alguna vez fueron feroces competidores, Japón y Corea.

En resumen, de todos los nuevos grandes buques que salieron al agua en 2024, el 60% eran chinos.

Estados Unidos, por otro lado, no lo está haciendo tan bien. Según un informe del New York Times, la industria estadounidense fue responsable de la construcción de un solo gran buque este año, frente a los 717 de China.

Barco chino

Barco chino

Las tarifas de entrada portuaria de EE.UU. a los buques chinos, anunciadas por la Administración Trump a principios de año, son un claro esfuerzo por revitalizar la industria de construcción naval estadounidense. La iniciativa afecta a todas las empresas chinas y a las empresas no chinas que navegan con barcos de fabricación china, con el objetivo de desincentivar la compra de buques al gigante asiático.

El efecto de esta disposición en las relaciones entre EE.UU. y China es claro, pero si inyectará nueva vida a la industria de construcción naval estadounidense es incierto. Los expertos dicen que beneficios como el bajo costo y el rápido tiempo de respuesta podrían superar el costo adicional.

Clave #2: Un informe de la era Biden alimentó aún más las tensiones entre EE.UU. y China.

Estados Unidos, que ocupa el puesto 19 en el ránking de la construcción naval comercial mundial, ha estado observando el crecimiento explosivo de China en el sector durante años.

La Administración Biden lanzó una investigación sobre el dominio de China en el sector, que resultó en un informe de enero de 2025 de la Representante Comercial de EE.UU. (USTR, por sus siglas en inglés).

El documento afirmaba que el dominio específico de China en los sectores marítimos, logísticos y de construcción naval "es irracional e impacta o restringe el comercio de EE.UU., y por lo tanto es 'accionable' bajo la Sección 301".

"El dominio específico de Beijing de estos sectores socava la competencia justa y orientada al mercado, aumenta los riesgos de seguridad económica y es la mayor barrera para la revitalización de las industrias estadounidenses, así como de las comunidades que dependen de ellas", declaró la embajadora Katherine Tai en un comunicado de prensa que lanzó el informe. "Estos hallazgos bajo la Sección 301 preparan el escenario para una acción urgente para invertir en Estados Unidos y fortalecer nuestras cadenas de suministro".

Diseñada para abordar lo que EE.UU. considera "actos gubernamentales extranjeros injustificables, irracionales o discriminatorios" que afectan el comercio del país, la Sección 301 de la Ley de Comercio de 1974 está siendo utilizada ahora por la Administración Trump para imponer gravámenes portuarios a los buques chinos.

Como era de esperar, China no estaba contenta con el informe de la USTR y las sanciones resultantes, que entraron en vigor el 14 de octubre.

La respuesta de Beijing no fue solo un clásico ojo por ojo, imponiendo gravámenes a los buques estadounidenses que pasaban por los puertos chinos, sino que también asestó un golpe significativo a la industria tecnológica estadounidense y una represalia contra quienes ayudaron a EE.UU. en su investigación.

Clave #3: Control de minerales de tierras raras y sanciones a empresas simpatizantes de Estados Unidos.

Las reacciones a las tarifas de entrada portuaria de EE.UU. llegaron de inmediato, alimentando aún más la guerra comercial entre EE.UU. y China. La AFP informó que el ministro de Comercio del país, Wang Wentao, calificó las tácticas estadounidenses de "acciones unilateralistas y proteccionistas típicas".

"Esto viola gravemente los principios relevantes del comercio internacional y el Acuerdo de Transporte Marítimo China-EE.UU., y causa graves daños al comercio marítimo", dijo el Ministerio de Transporte chino.

Además de las palabras de condena, la respuesta de China es un asunto de tres frentes.

Para empezar, el país anunció sus propias tarifas de entrada portuaria a los barcos propiedad u operados por entidades estadounidenses, así como a entidades no estadounidenses donde empresas, individuos u organizaciones americanas poseen una participación del 25% o más. La disposición también se aplica a los barcos que enarbolan la bandera de EE.UU. o que se construyeron en Estados Unidos.

En segundo lugar, el Ministerio de Transporte chino lanzó su propia investigación sobre cómo el informe de la Sección 301 de EE.UU. ha impactado su industria naviera y de construcción naval. Dependiendo de sus hallazgos, la investigación podría eventualmente conducir a más disposiciones comerciales contra EE.UU., escalando aún más la guerra comercial entre EE.UU. y China.

En tercer lugar, China sancionó a cinco unidades estadounidenses del gigante naviero surcoreano Hanwha. El gobierno acusa a la empresa de haber "ayudado y apoyado las actividades de investigación relevantes del gobierno de EE.UU., poniendo en peligro la soberanía, la seguridad y los intereses de desarrollo de China", dijo el Ministerio de Comercio chino en un comunicado, según la AFP.

La disposición esencialmente prohíbe a estas subsidiarias hacer negocios o incluso cooperar con empresas o individuos chinos.

Por último, y lo más importante, la semana pasada el gigante asiático asestó un golpe significativo a la cadena de suministro global al anunciar controles más restrictivos sobre la exportación de minerales de tierras raras. El país extrae y procesa la gran mayoría de estos minerales, que son esenciales para la fabricación de chips de computadora utilizados en automóviles, dispositivos tecnológicos, sistemas de inteligencia artificial e incluso aviones de combate.

Al ejercer esta ventaja, China está afectando a toda la economía mundial. Sin embargo, el momento y el hecho de que uno de los principales objetivos de la Administración Trump sea trasladar la fabricación de las empresas tecnológicas estadounidenses a su territorio son reveladores.

A medida que la guerra comercial entre EE.UU. y China continúa escalando, el mundo observa atentamente cómo se verá afectada toda la cadena de suministro. Ambas superpotencias están profundamente arraigadas en la economía global, lo que otorga a cada movimiento y contramovimiento un potencial sísmico.

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