Tres desafíos que enfrenta la carga refrigerada en la era de los aranceles

Este año ha estado marcado por las conversaciones en torno a los aranceles a las importaciones que ingresan a Estados Unidos y sus repercusiones para productores, exportadores y consumidores. Siguiendo esta tendencia, Journal of Commerce organizó un seminario web para analizar el impacto de los aranceles en el transporte de la carga refrigerada en todo el mundo.
Thomas Eskesen, CEO y fundador de Eskesen Advisory, y Bruce Marshall, Head of Reefer Solutions en A.P. Moller-Maersk, fueron invitados por la publicación para desglosar el tema.
Durante la discusión, los expertos en transporte identificaron tres desafíos para la carga refrigerada y expresaron su preocupación por la incertidumbre a corto plazo que la política estadounidense genera en el panorama global.
#1 — Los aranceles están cambiando el abastecimiento en toda la cadena de suministro
Parece simple, pero que Estados Unidos imponga un arancel del 30% a las importaciones sudafricanas no es lo mismo que descubrir que tu cafetería favorita subió los precios. En el segundo caso, el problema se resuelve caminando una cuadra más; en el primero, encontrar un nuevo proveedor es mucho más complejo.
“Pensábamos que estábamos en un rango del 10%, pero ahora vemos una variación mucho mayor”, explica Eskesen, cuya consultora danesa está especializada en transporte refrigerado. “Creo que esto tiene potencial para cambiar el abastecimiento, sin duda”.
Desde el punto de vista de un importador estadounidense, gestionar el suministro se ha vuelto más complejo. Los minoristas e importadores no solo están acostumbrados a trabajar con ciertos proveedores, sino que también han invertido en adaptar su infraestructura y procesos a ellos.
Ese cambio no es fácil ni barato, y la situación empeora con la volatilidad, ya que la Casa Blanca anuncia nuevos aranceles y alzas sobre los ya existentes. En frutas y verduras, el escenario es aún más delicado por la estacionalidad de la producción.
“Si yo fuera un consumidor en Estados Unidos, estaría extremadamente preocupado, porque esto va a generar inflación en los alimentos”, advierte Eskesen.
#2 — Encontrar nuevos mercados
Para una cafetería es relativamente fácil compensar la pérdida de clientes atrayendo otros. Pero cuando el cliente es la mayor economía del mundo, no resulta tan sencillo, sobre todo a corto plazo. Eskesen señala que ya es casi tarde en el año para que los exportadores encuentren nuevos destinos, pues esto requiere planificación.
Nuevos mercados significan nuevas rutas, con un enfoque logístico distinto para llevar los productos a destino. Rutas más largas demandan más capacidad y conseguir barcos en un contexto de congestión en puertos clave a nivel mundial es todo un reto. Si además se necesitan buques refrigerados, como ocurre con los productos frescos y congelados, la situación se vuelve aún más compleja.
“Para la próxima temporada se estabilizará, se encontrarán nuevos mercados, pero no será fácil”, dice Eskesen.
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“Los exportadores a Estados Unidos son muy claros al decir: 'Los consumidores van a pagar por esto, nosotros no'”, afirma.
Sin embargo, encontrar nuevos mercados tomará tiempo, pues el comercio global debe reajustarse para encontrar un nuevo equilibrio que funcione para todos los actores de la cadena de suministro. Eso, dice Marshall, solo ocurrirá en el mediano o largo plazo.
#3 — Incertidumbre en el corto plazo
Con nuevos anuncios de aranceles, prórrogas y plazos que vencen, lo único que queda es adoptar una estrategia de “esperar y ver”.
“Los clientes no están seguros de qué hacer porque la situación cambia con mucha frecuencia”, explica Marshall.
Cambiar de mercados y proveedores no es algo que se logre de la noche a la mañana. Etiquetas ya impresas para un destino o frutas cultivadas con químicos aceptados en un mercado pero prohibidos en otro, dificultan un giro rápido.
“No es tan simple como decir: 'Mañana decidimos enviar a otro lugar'. Esto es un entorno planificado”, señala.
Para Eskesen, el hecho de que no haya un arancel general sino diferentes tasas por país —dependiendo de déficits comerciales o razones políticas— agrega más complejidad.
“Como independiente, realmente no creo que esto vaya a hacer que América vuelva a ser grande, porque de repente ¿vas a tener el clima para producir tus propios plátanos? No lo creo”, ironiza.
Hasta ahora, los consumidores estadounidenses han estado relativamente protegidos porque los importadores llenaron sus almacenes antes de que entraran en vigor los aranceles.
“Creo que cuando la inflación alimentaria golpee fuerte en la caja del supermercado, surgirán voces preguntando: ‘¿Por qué estamos aplicando aranceles a productos que necesitamos y que jamás podremos producir en EE.UU.?’ Quizás entonces haya una corrección… y tendremos que lidiar con ella”, concluye Eskesen.
*Todas las imágenes son referenciales.
Reporte de Sandra Gutiérrez / Puede leer esta noticia en inglés en Freshfruitportal.com.