Estudian el comportamiento de moscas de la fruta en Argentina

En la región del río Uruguay, en el litoral argentino, los frutales están bajo presión de distintas especies de moscas de la fruta que afectan la calidad y el rendimiento de la producción.
Frente a esta situación, un equipo del INTA Concordia investiga el comportamiento de tres especies de moscas de la fruta —la mosca del Mediterráneo, la mosca sudamericana (Anastrepha fraterculus) y la mosca de alas manchadas (Drosophila suzukii)— con el objetivo de comprender sus interacciones y competencia en frutales, y así aportar al desarrollo de estrategias de manejo integrado.
“Estas especies no solo dañan directamente la fruta, sino que también generan pérdidas económicas al limitar el acceso a ciertos mercados internacionales”, explicó Valeria Viana, investigadora del INTA Entre Ríos, en declaraciones recogidas por la institución.
Dinámicas en campo y laboratorio
INTA reportó que el estudio combina observaciones a campo y experimentos de laboratorio. En terreno, se monitorearon poblaciones y hospederos en 32 especies frutales, identificándose ocho en los que las tres moscas de la fruta pueden coexistir. La mosca sudamericana resultó más prevalente en níspero, ubajay y ciruela; la del Mediterráneo en guayaba, mburucuyá y durazno; y la de alas manchadas en zarzamora y arándano.
En condiciones de laboratorio, los ensayos de competencia larval mostraron que un aumento en la densidad de Drosophila suzukii reduce la supervivencia de las otras dos especies en un 20-35 %.
Asimismo, las pruebas de oviposición revelaron que las hembras prefieren depositar huevos en frutos no infestados, lo que explicaría la baja frecuencia de infestaciones múltiples en el campo.
Hacia un manejo integrado y sostenible
Estos hallazgos aportan herramientas para diseñar estrategias de control más eficaces y sostenibles, destacaron desde el INTA. De acuerdo con la investigadora, como parte de las recomendaciones para el manejo integrado, se destaca la importancia de aplicar medidas que apunten a mantener las poblaciones por debajo del umbral de daño económico.
“Algunas estrategias incluyen observar el entorno productivo en su totalidad, teniendo en cuenta la presencia de hospederos alternativos cercanos al lote y los niveles de preferencia que muestran las distintas especies de moscas”, explicó, y agregó: “En estos casos, la colocación de trampas y el retiro frecuente de fruta caída pueden ser herramientas efectivas”.
El monitoreo continuo de las poblaciones es clave para tomar decisiones de manejo en función de la disponibilidad de fruta y la dinámica de las especies.
“Del mismo modo, considerar la competencia entre hembras al momento de elegir el fruto hospedero permite anticipar situaciones en las que una mayor densidad poblacional favorece la ocupación de más frutos, elevando el daño”, puntualizó Viana.
Asimismo, es fundamental tener en cuenta que frutas ajenas al lote —como aquellas presentes en bordes, cercos o patios vecinos— pueden funcionar como refugios donde las moscas de la fruta completan su ciclo y desde donde recolonizan los cultivos. A esto se suma la competencia larval dentro de los frutos, un fenómeno que no solo afecta la supervivencia entre especies, sino que también está influido por la calidad del fruto, explicó Viana.
Conocer estos aspectos del comportamiento de las moscas de la fruta —sus preferencias, su interacción con el ambiente y entre ellas— ayuda a ajustar las estrategias de control y tomar decisiones informadas para reducir el impacto de estas plagas.
*Fotografías Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria Argentina.
Noticia relacionada:
Argentina refuerza su estrategia contra el HLB con un nuevo plan fitosanitario