Opinión: ¿La cereza tocó techo en China?

Por Edmundo Araya Abollo. (MSc). Ex-director general de Fundación para el Desarrollo Frutícola.
Esta pregunta aparece como título de un reportaje en la portada del cuerpo de Economía y Negocios del diario El Mercurio (Chile) en su edición del día 19 de junio y refleja fielmente la situación que tuvieron las cerezas chilenas exportadas a China la temporada 2024-2025 y, que desde nuestra perspectiva, no es una situación nueva en las exportaciones de frutas frescas desde Chile a los grandes mercados del hemisferio norte.
En el receso invernal de las exportaciones chilenas de las frutas cosechadas en primavera-verano hasta inicios de otoño (2024-25), las empresas productoras y exportadoras realizan sus balances de la temporada ya completada, con el objeto de planificar las mejoras de la siguiente, partiendo de la base, como siempre, de que no hay dos temporadas iguales. Luego, los análisis se centran esencialmente en el resultado económico y técnico de la gestión productora y exportadora de nuestras frutas a prácticamente todos los continentes, en especial, a los del hemisferio norte en contra estación.
Este año, la situación más relevante la constituyen las exportaciones de cerezas que están en pleno “boom” desde hace relativamente pocos años y que su incremento de exportaciones esta temporada fue de un 51%, cifra nunca vista en nuestra industria y quizás en el mundo y que, además, concentró sus exportaciones al mercado chino, con una sobre oferta desde inicios de la temporada.
Desde luego, sus precios cayeron estrepitosamente respecto de la temporada anterior y, por ende, hay una gran desazón en los “players” de este negocio y también en sus organizaciones gremiales.
Ahora bien, ¿acaso es nueva esta situación en la industria frutícola nacional? La respuesta es no. Mencionemos las dos más cercanas: ocurrió algo similar con el kiwi en otros mercados en la década de los 80 y en el año 1992 hubo una crisis relevante con las exportaciones de uva de mesa, en especial hacia Estados Unidos y Europa.
En todos los casos, incluyendo las cerezas exportadas a China en la temporada que terminó este año, el problema surgió fundamentalmente por los calibres pequeños exportados y otros factores de calidad del producto. Hoy, como señala el profesor Subercaseaux en la publicación mencionada: “que los calibres pequeños representan entre un 15% y 20% de la oferta”, cifra evidentemente muy significativa, y entonces cabe preguntarse ¿están todos los productores o exportadores de cerezas disponibles para exportar estos calibres a otros mercados o simplemente dejarlos para el mercado interno?
Una primera respuesta la dio también ese día el presidente de Fedefruta en un reportaje televisivo presentado por Newsletter Smartcherry en Internet, señalando: “Estamos trabajando en generar condiciones para que la fruta que no es competitiva no sea exportada”, refiriéndose de esa forma a el tema de los calibres pequeños principalmente y a los otros dos gremios, SNA y Frutas de Chile (Ex – ASOEX).
Esta recomendación difundida públicamente merece varios comentarios desde el punto de vista legal-comercial, siendo el primero: ¿las organizaciones gremiales pueden intervenir promoviendo (o recomendando) en las decisiones de los negocios de sus asociados? Me parece que esto estaría acotando la libertad de comercio y generando una discriminación negativa a aquellos productores o exportadores de cerezas que tienen compradores en el exterior de ciertos porcentajes de fruta pequeña; por ejemplo, bajo 28 mm o 30 mm de diámetro en el caso de cerezas.
En segundo término, ¿sabemos cómo se presentará la producción durante la próxima temporada primavera-verano? Lógicamente, aún no. Incluso durante el período de crecimiento de la fruta en la planta (desde la segunda quincena de septiembre hasta noviembre), pues en estas fechas aún existen posibilidades de que ciertos factores climáticos ya conocidos pueden generar daños en los frutos, incluyendo posibles pérdidas totales como ha ocurrido en el mes de diciembre en las regiones del centro-sur.
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En resumen, la posible distribución de calibres a nivel del huerto se conoce de verdad durante la cosecha. Ese es el momento en que el productor y/o exportador toma las decisiones comerciales de exportación en función de las potenciales demandas de los distintos mercados que normalmente están pre contratadas o acordadas. De todas maneras, sí sabemos que los compradores importadores chinos en general, no desean calibres chicos, entre otros parámetros; sin embargo, no representan el 100%, pues también hay algunos “nichos” de compradores con algunas tolerancias de fruta de menor tamaño en algunos períodos que dependen de la oferta y la situación del mercado.
En el caso de la uva de mesa, en 1992 la discusión en ASOEX y Fedefruta era respecto de los calibres de la variedad Flame Seedless con bayas bajo 18 mm y estuvo sobre la mesa con el mismo cuestionamiento que relato respecto de las cerezas hoy.
En ese entonces, tanto en frutas de carozo (duraznos, nectarinos, ciruelas, damascos y cerezas) como uva de mesa, entre otras especies, ASOEX emitía una tabla de calibres a exportar como una recomendación general aprobada por su Directorio (exceptuando las cerezas, por su bajo volumen todavía).
¿Qué les ocurrió con aquellas exportadoras que no estaban de acuerdo con exportar uva de mesa con calibres bajo los 18 mm? Se pusieron de acuerdo varias de ellas (principalmente las grandes) en un programa de calidad común para sus exportaciones a Estados Unidos y Europa, incluyendo sus canales de distribución en este último para lograr comercializar directamente las exportaciones de nuestras frutas a las cadenas importantes de supermercados, y no sólo con el caso de la uva de mesa, sino que también con manzanas, peras, carozos y kiwis, identificando sus pallets con un sello de calidad, llamado P-Plus, los cuales fueron auditados por una institución técnico-científica que fundaron con el nombre Fundación para el Desarrollo Frutícola (FDF) que incluyó, además, en sus objetivos la ejecución de investigaciones que resolvieran los principales problemas de calidad de sus frutas de exportación.
Pues bien, en el suscrito recayó la misión de poner en marcha este programa, como director general de FDF, apoyando indirectamente la promoción del sello P-Plus en los países de destino, donde pudimos verificar también su cumplimiento de calidad estandarizada por las empresas participantes y FDF.
Los auditores de FDF tenían libre acceso y sin previo aviso a los centros de empaque de las empresas de este consorcio de hecho y verificaban que el uso del sello de calidad cumplía el protocolo acordado. En 1998, el resto de las empresas de ASOEX se integraron a FDF y hasta hoy su misión es el desarrollo y asesoramiento a la industria en los principales problemas técnico-científicos que enfrenta la industria frutícola de exportación, pues en general se aprendió la lección y gozamos de un buen prestigio de la calidad de nuestras frutas exportadas, existiendo un verdadero autocontrol en la gran mayoría de las categorías y empresas productoras y/o exportadoras.
Finalmente, pienso que la solución del problema comercial en discusión por la industria de las cerezas la deberían analizar las propias empresas exportadoras interesadas en forma coordinada por un tercero independiente (tipo consorcio), habiendo ya establecido previamente con sus productores la oferta involucrada en sus acuerdos comerciales. Cada empresa sigue comercializando su propia fruta bajo un estándar común de calidad verificada por un ente acreditado e independiente. Este modelo es, a mi mejor entender, una buena posible solución a la problemática existente en esta gran industria nacional.
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