Las cerezas son conocidas por su rico sabor y propiedades antioxidantes y funcionales, además de ser uno de los cultivos de mayor importancia en Mendoza, Argentina, ya que son comercializados como producto “primicia” en los mercados de contra estación.

Cerezas / Foto: Shutterstock.com

Sin embargo, la fruta no está exenta de complicaciones, puesto que es muy perecedera y en algunas oportunidades no llega en condiciones óptimas. Por esta razón, investigadores del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) de Argentina, decidieron desarrollar una técnica de poscosecha que ayuda a extender la vida comercial de la fruta y a preservar su calidad.

“Hasta ahora, el 1-metilciclopropeno (1-MCP) sólo había sido utilizado en frutos climatéricos, o sea, en aquellos que siguen madurando aún después de haber sido recolectados. Sin embargo, el INTA lo probó –y obtuvo buenos resultados– en uno que no lo es, como la cereza”, señaló María Laura Rivero, responsable del Laboratorio de Postcosecha del INTA Mendoza.

“Este producto permite alargar la conservación y la vida útil de una gran cantidad de frutas, entre ellas, las cerezas, cumpliendo con las exigencias de calidad que buscan los consumidores. Así, la Argentina podrá afrontar la demanda de nuevos destinos como Emiratos Árabes, Arabia Saudita, India y Hong Kong”, añadió en declaraciones recogidas por INTA Informa.

De esta manera, la investigadora destacó las ventajas del uso del compuesto para abordar los nuevos -y también lejanos- mercados.

“Con esta nueva técnica, se podrán hacer envíos por vía marítima en containers refrigerados sin atmósfera controlada, lo que permitirá mantener los estándares de calidad en poscosecha, a menor costo”, declaró.

Por su parte, María Isabel Quiroga, técnica del mismo Laboratorio, indicó que las cerezas tienen un patrón de maduración no climatérico, lo que significa que su tasa respiratoria y de producción de etileno no incrementa luego de la cosecha, por lo que la madurez no avanza.

No obstante, estas frutas sufren procesos bioquímicos similares a los climatéricos como los que dan lugar a las características ideales de calidad: dulzura, firmeza, acidez y contenido de antocianas y polifenoles.

“Los cambios fisiológicos y bioquímicos están relacionados con la acción del etileno y con la madurez de la fruta, de allí la importancia de obtener tecnologías que preserven las cerezas”, explicó Quiroga en la nota de INTA Informa.

Así, el 1-MCP surge como una alternativa viable para las especialistas ya que se trata de un inhibidor del etileno –con un modo de acción inocuo para el ser humano– efectivo en la conservación del color y firmeza a lo largo de la poscosecha. Y además, retrasa el pardeamiento del pedúnculo, un importante índice de calidad en cereza.

Cabe señalar que este compuesto –en forma de polvo que, en contacto con la humedad, pasa a estado gaseoso– se aplica en cerezas ya embaladas mediante la técnica de fumigación y se realiza en el interior de cámaras herméticas. De acuerdo a los estudios realizados, este producto es inocuo y su aplicación no presenta diferencias en el sabor de la fruta, lo cual es un factor importante sobre todo para quienes se dedican a la exportación.

De acuerdo a lo informado, las cerezas tratadas con este producto presentaron menor incidencia de patógenos, mientras que los pedúnculos permanecieron más verdes y turgentes, durante la conservación en frío, en comparación a las que no se les aplicó el producto. Sin embargo, lo notable es que esta condición se mantuvo, incluso, cuando los frutos permanecieron a temperatura ambiente.

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