Chile: Proyecto Biochar busca certificación en reducción de emisiones de CO2 fósil

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Chile: Proyecto Biochar busca certificación en reducción  de emisiones de CO2 fósil

Lograr un mecanismo para la certificación sobre la reducción de emisiones y el secuestramiento de carbono, es uno de los objetivos que busca el único proyecto nacional en la temática del biochar, técnica que utiliza los desechos hortícolas para generar un material que se puede incorporar al suelo para mejorar sus propiedades físicas y químicas.

Se trata de la iniciativa “Desarrollo conjunto de un método de mejoramiento de las propiedades físico-químicas del suelo y una estrategia sustentable de secuestramiento de CO2 atmosférico por medio del concepto de Terra Preta–Biochar”, el cual es cofinanciado por la Fundación para la Innovación Agraria (FIA), del Ministerio de Agricultura.

Liderado por la Universidad de Tarapacá (UTA), el proyecto tiene como asociados Asitec Ltda.; el agricultor del Valle de Lluta, Hernán Camilo Urbina; y pequeños productores seleccionados por parte de INDAP.

Su objetivo es desarrollar la sustentabilidad ambiental y rentabilizar el manejo de desechos agrícolas y biomasa (hierbas leñosas, abonos animales, residuos orgánicos domésticos e industriales) de los valles de la Región de Arica y Parinacota, para transformarlos en biochar.

El biochar es el resultado de someter estos materiales a un proceso de combustión en condiciones de bajo oxígeno, denominada pirólisis, para obtener un material carbonizado donde el carbono queda en una forma muy estable. Esta técnica, además de ser una fuente de bioenergía, es considerada como una estrategia para combatir el calentamiento global e impulsar la agricultura en zonas improductivas.

Es así como, se tomó contacto con la empresa CO2Impact, especializada en la certificación de proyectos de reducción de emisiones con alto impacto social. El propósito es avanzar en un acuerdo de colaboración para estudiar el mejor mecanismo que permita lograr la certificación de reducción de emisiones de CO2 fósil, que es lo que actualmente se puede certificar en el marco de la fabricación y uso de biochar como enmienda agrícola.

El biochar, al ser incorporado a los suelos —muy similar a lo que se hace con la cal en suelos ácidos—, mejora su estructura, es decir, la capacidad para retener agua y nutrientes. Asimismo, elevaría algunas de las propiedades químicas determinantes para una mejor fertilidad de los suelos, especialmente los del norte de Chile, conocidos por ser pobres en materia orgánica, áridos y muy salinos.

Ya se ha realizado una medición del contenido energético de los biochar producidos en laboratorio, lo cual ha permitido tener una indicación del potencial de generación térmica, tanto del proceso de pirólisis como del biochar como combustible.

El coordinador de esta iniciativa, Leonardo Figueroa, indicó además, que “se amplió el rango de feedstocks (materias primas) incluyendo como nuevo material de interés las podas de palma datilera, que podría ser una alternativa para rentabilizar el período inicial en plantaciones de esta especie”.

Para fabricar cantidades suficientes para las pruebas de campo, se construyó un horno para la pirólisis a escala piloto, que tiene capacidad de 200 litros de material por lote o partida a ser procesado.

Alternativa para otras regiones

El coordinador del proyecto, indicó que existe en la Región de Arica y Parinacota una importante base potencial de producción anual y/o periódica de biomasa que, a pesar de sus características particulares y únicas a nivel mundial —particularmente por su alto contenido de sales—, tiene compatibilidad con la transformación en biochar para su posterior utilización como enmienda agrícola.

Pero con el valor agregado de que si este biochar es utilizado en un entorno agrícola de zonas húmedas, como es la zona central y sur del país, tiene características notablemente positivas para el mejoramiento de las propiedades físico-químicas de estos suelos. En este aspecto destaca su influencia en el aumento del pH y el aporte de micronutrientes esenciales, en cantidades adecuadas, a los requerimientos de los cultivos.

Al cierre del proyecto se espera que el uso del biochar como estrategia de manejo de rastrojos, sea una oportunidad de mejorar la calidad y productividad de los suelos agrícolas de ésta zona híper árida, y que sea adoptada en forma paulatina por los agricultores de la zona.

Además, se espera que esta práctica logre abrir una ventana para generar una fuente de ingresos por el mecanismo de certificación de reducción del uso de combustibles fósiles, al generar energía a partir de la pirólisis, y además por el secuestramiento de carbono en el suelo.

Finalmente, existe un alto potencial para transformar la producción de biochar en Arica y Parinacota como una actividad exportadora de este material, tanto a otras regiones del país como a otros países.

En este sentido, el proyecto ha despertado mucho interés internacional, ya que está enmarcado en una estrategia internacional liderada por la organización International Biochar Initiative (IBI), y cuyo objetivo es validar los efectos positivos del uso de la estrategia de transformar los residuos agrícolas y otras fuentes de biomasa en un material rico en carbono estabilizado o Biochar.

Fuente: FIA

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