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Los cítricos fueron un elemento clave para el desarrollo de la navegación, la exploración y la conquista del Nuevo Mundo.
Desde siglo XVI hasta principios de siglo XIX, la "enfermedad del marinero" o "escorbuto", era un peligro real que tenían que enfrentar aquellos que se aventuraban a ultramar. La falta de Vitamina C causaba estragos en las tripulaciones, como así también en aquellos exploradores atrapados por el invierno, como fue el caso del danés Jack Cartier; campañas enteras fracasaron por la falta de esta vitamina.
Sin embargo, basándose solo en la experiencia y la repetición, los navegantes mediterráneos comenzaron a descubrir la solución, si bien no sabían lo que era una vitamina, sabían que el zumo limón u otros cítricos curaba o prevenía la enfermedad del marinero. No obstante, este descubrimiento no estuvo exento de polémica; los doctores de la época, atribuían la alta mortandad de los exploradores al consumo indiscriminado de frutos tropicales (altos en vitamina c), ya que la mayoría moría una vez llegado a tierra.
Jean Munk, un capitán inglés, fue el primero en obligar a sus tripulantes a consumir cítricos durante los viajes (1619), bajando su taza de mortandad por escorbuto a 0. Postumamente, en 1700, la Armada inglesa adoptó la medida de Munk y la estandarizó, el resto, el resto es historia.
