Uva de mesa chilena: En busca de una inminente renovación
El sector vive un momento clave en Chile. Cerca del 40% de la producción necesita reconvertirse para responder ante la creciente demanda asiática. Los productores piden apoyo estatal.
La temporada pasada la caída en el tipo de cambio y el alza en los costos de la mano de obra que en algunas variedades llegó a representar el 70% del costo de producción provocaron un negativo escenario para la uva de mesa chilena.
Según Ema Budinich gerenta de Estudios de la Sociedad Nacional de Agricultura (SNA) “la pérdida de competitividad de los frutales en los últimos siete años fue de 39,7%, entre 2004 y 2011, producto de una caída del tipo de cambio de -26,9% que anuló los mejores precios externos, y, al mismo tiempo, de fuertes aumentos de costos de producción, de +53,5%”, señala.
La experta añade que en la temporada 2010/11 también hubo factores climáticos en ciertas zonas del país que afectaron la calidad de la fruta y con ello los retornos. “El crecimiento de exportación de uva de mesa la temporada pasada, se basó principalmente en volumen, ya que los retornos promedio cayeron”, puntualiza.
Esta situación ha afectado fuertemente la inversión. Según agrega la analista, “se vivió un escenario de creciente incertidumbre que detuvo la inversión en reposición y también en nuevos proyectos, salvo escasas excepciones. En el caso particular de la uva de mesa, las consecuencias sin lugar a dudas ha sido la pérdida de huertos y el mayor endeudamiento”.
Agrega que esto se debería a que hace unos años se creía que la caída del dólar era temporal. “En 2006 los expertos decían que el dólar de equilibrio de largo plazo para Chile era de $600, entonces, se pensaba que era cosa de aguantar la mala racha y hubo gente que hizo inversiones con este tipo de cambio”, sostiene Budinich.
Pero las pérdidas se comenzaron a generalizar, especialmente en algunas variedades con altos costos de mano de obra, como en la uva Thompson y en huertos que ya no logran los rendimientos suficientes debido a su antigüedad o a su diseño, con una densidad insuficiente de plantas por hectárea.
“Por eso la reconversión de huertos es inminente y demanda un alto esfuerzo de inversión, no sólo por el costo de plantar un nuevo huerto, de unos 20 a 30 mil dólares la hectárea, sino también hay que invertir capital de trabajo en su desarrollo y esperar tres a cuatro años sin ingresos hasta que el huerto comience a dar sus frutos”, explica.
El presidente de Fedefruta, Antonio Walker, señala que cerca del 40% de la uva de mesa en Chile tiene problemas de productividad. Dice que el agricultor “está descapitalizado, producto de un tipo de cambio que nos apretó durante mucho tiempo, unido a que la uva de mesa tampoco ha tenido precios espectaculares”.
¿Cómo reconvierto si no tengo capital?
“Los créditos que se ofrecen son en condiciones que no se ajustan a esta realidad, exceso de garantías reales, plazos y años de gracia insuficientes. Esto está afectando la viabilidad de muchos agricultores, especialmente los más pequeños”, responde Ema Budinich.
Walker señala que Fedefruta está pidiendo al Ministerio de Agricultura un financiamiento a largo plazo, 20 años con tres de gracia, con dos objetivos: para que pueda reestructurar su deuda y reconvertir sus huertos. Para ello, en la Mesa para la Competitividad para la Agricultura, realizan un estudio para una cuantificación más precisa del problema.
“No podemos competir con una máquina vieja, tenemos que hacerlo con un auto último modelo, es decir, con un tipo de huerto último modelo”, puntualiza el presidente de Fedefruta.
Agrega que el año pasado, la uva de mesa mejoró sus precios y eso aminoró el daño, “pero los costos llegaron para quedarse y como los precios suben y bajan, es muy peligroso, es por eso que hemos hablado tanto de la importancia de un tipo de cambio estable y competitivo”.
Recalca además que “no hay que deslumbrarse por los precios, porque lo que importa es la rentabilidad, la ecuación final, no sólo el precio”.
Proyecciones de Temporada
“Estamos relativamente optimistas. Vemos que la uva de mesa y la demanda de Asia, va a ser una especie competitiva. Chile conoce muy bien el producto, es nuestra principal especie. Tenemos 62 mil hectáreas de uva de mesa, calculamos que Red Globe y Crimson son variedades que van a andar bien y las Sultaninas también”, proyecta el dirigente de Fedefruta.
¿Cómo se pueden resguardar los productores en esta temporada?
“Tomando coberturas cambiarias en este escenario de alta volatilidad. Para productores de uva Thompson, en particular, la temporada pasada los salvó el haber orientado su producción a fruto seco, pasas, o a vinificación”, puntualiza Ema Budinich.
Isaac Bon, gerente general y director la exportadora Compañía Frutera del Norte, también menciona los seguros y agrega que hay que
“insistir en la capacitación de los mandos medios que son el nexo con los trabajadores, para una mejor eficiencia a nivel del predio. En los mandos medios radica la fortaleza de un buen centro productivo”, opina.
Añade que “a futuro debiéramos ir pensando en un cambio de variedades, nos estamos concentrando en Crimson y Red Globe y nuestro principal mercado que es Estados Unidos, está aumentando la oferta con variedades menos demandantes en labores culturales y mejores rendimientos por hectárea”.
Agrega que es preciso plantearse otro tipo de conducción de los parrones, “lo que se hace en México es perfectamente aplicable en Chile, dado el hecho que la altura promedio de nuestros trabajadores los obliga a realizar las labores bajo el parrón arriba de una banqueta”.
Lo importante para Antonio Walker es que las medidas se tomen a la brevedad. “La uva de mesa tiene mucha demanda. Somos bastante optimistas con el futuro de esta fruta, pero necesitamos parrones altamente productivos y de muy buen rendimiento y calidad”, asegura.
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