Chile: Chillán inicia producción de trufas: uno de los productos gourmet más apetecidos del mundo

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Chile: Chillán inicia producción de trufas: uno de los productos gourmet más apetecidos del mundo

En el kilómetro 27 del Camino a Cato, en el sector de Chacayal, se ubica una de las primeras plantaciones del país dedicada a la producción de trufas, uno de los productos alimenticios más cotizados en el mundo.  El predio pertenece al matrimonio chileno - austríaco conformado por Carlos Weber y Sonja Ungar, una pareja de biólogos que tras explorar en otros países, como Austria, Francia y España el negocio de este fruto, vieron en Chile una buena posibilidad de sacarlo adelante y convertir al país, en el futuro en una potencia productora de trufas.

¿Qué es la trufa?

Universalmente, este fruto se asocia a los bombones de chocolate rellenos con licor, sin embargo, la trufa natural es un hongo subterráneo que se desarrolla en asociación con las raíces de ciertos árboles, como avellanos y encinos y bajo ciertas condiciones de clima y humedad.

Según explica Carlos Weber, el proceso de fructificación de la trufa tiene varias etapas e implica un importante tiempo de espera. Esto parte con el proceso de inoculación con trufas de plantas sin germinar. Cuando están inoculadas se plantan en terreno donde el hongo se va expandiendo bajo tierra. Luego de cinco o seis años el hongo alcanza la masa crítica para comenzar a fructificar.

Dado su caractarístico e intenso aroma, la trufa negra de invierno es muy utilizada en la cocina gourmet, tanto nacional, como internacional y su uso se aplica a platos de fondo, entradas, aperitivos y postres, aunque su uso es menos frecuente en estos últimos.

En palabras de Sonja, la utilización más común de la trufa es rayada o cortada en láminas sobre las comidas, sin embargo, también se utiliza procesada en forma de aceite de cocina, jugo y conservas.

El camino emprendido

Hace casi seis años, Carlos y Sonja decidieron comprar un terreno en las cercanías de Chillán, lugar que consideraron apropiado, por clima y calidad de tierra, para el proyecto que deseaban emprender.

El primer paso se logró a través de la empresa Chilenut, creada en 2003, que en un principio se dedicó a perfeccionar los métodos de producción de plantas infectadas con trufas y que hoy, tras adquirir un terreno en Chillán en 2005, tiene la plantación más grande de trufas en el país.

Posteriormente, Chilenut, junto con Carlos y Sonja se alianzaron con Agrobiofrut, que realiza las asesorías a quienes desean incorporarse a este negocio y produce las plantas y donde hoy Weber es gerente general. Luego, en 2007, a través de la incubadora de negocios de Inacap, surge la empresa Trufa’s, dedicada a la comercialización y marketing de los productos, de la cual Sonja se encarga de forma íntegra.

Así, a principios de 2007, Sonja comenzó con la importación de trufas negras y de algunos subproductos con el fin de darlos a conocer en el ámbito local. Sin embargo, esta emprendedora fue más lejos y decidió crear una fábrica propia para el procesamiento de la trufa negra y así formar su propia línea de derivados. La idea, según cuenta, surgió por la baja producción que hay en los primeros años y así generar una clientela nacional para cuando estén listos los productos nacionales, se pueda suplir la demanda con ellos. Actualmente, Sonja se encuentra en proceso de marcha blanca de la presentación de los primeros aceites derivados de trufa negra y fabricados en Chillán.

-¿Por qué se pensó en Chile como opción para este negocio?

Carlos: En primer lugar, porque soy chileno, hay tres factores que son importantes, uno es la contraestación, producir un commodity agrícola en una época en que no existe, te permite obtener precios más interesantes que si los produces en una época donde todo el mundo los está produciendo, entonces es un negocio nuevo muy interesante.

La otra razón es que tenemos el clima adecuado, no hay muchas regiones en el Hemisferio Sur que tengan clima mediterráneo y el tercer factor es que para hacer una inversión así los costos en Chile son mucho menores que en Europa o Australia, pasa por lo que vale la tierra y la mano de obra que es más barata.

-¿Cuál fue el costo de inversión?

-Carlos: El costo de inversión es de 7 millones por hectárea, 4 millones por las plantas, 2 por el riego y otro millón para encalar el suelo. Pero los costos de mantención de una plantación están en torno a los mil dólares por hectárea. Respecto a los ingresos, si pensamos que la producción da entre 30 a 40 kilos anuales y que el precio es de US$1.500 por kilo, estamos hablando de un negocio que puede generar ingresos de entre 45 y 60 mil dólares anuales.

-¿Cuántos clientes tienen en el mercado local?

-Sonja: Aproximadamente 50, entre hoteles, restaurantes y casinos, más todas las compras particulares que se hacen por menor. Y hay personas de distintos niveles socioeconómicos que compran. Tengo clientes desde Iquique hasta Punta Arenas.

- ¿Cómo se complementan ambos en este negocio?

-Sonja: En muchos casos se ve complicado cuando los dos trabajan en la misma área, en el caso nuestro, lo resolvimos muy bien, porque trabajamos para la misma meta que siempre fueron las trufas y nos complementamos muy bien, porque cada uno tiene su área bien definida y la verdad es que nos ha resultado bastante bien.

- ¿Cuál es la proyección de su negocio?

-Carlos: La idea, a nivel personal, es tener 50 hectáreas  en plena producción al año 2025. Ahora, como meta de Agrobiofrut es llegar a mil hectáreas y tener básicamente el 10% de la producción mundial de exportación, esa es la meta país.

-¿Qué satisfacciones personales les ha traído este negocio?

-Sonja: Yo estoy feliz con esto, porque hago muchas cosas.
-Carlos: La vida en Chillán y en el campo es insuperable. Aquí nos quedamos y lo más probable es que terminemos viviendo en el campo, porque al final una cosecha de trufas en el invierno es algo muy bonito y es calidad de vida.

Fuente: Diario La Discusión

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