Argentina: Restricciones en Brasil hacen tambalear las exportaciones mendocinas de uva en fresco
El vecino país prohibió su ingreso en abril aduciendo la presencia de una plaga. La medida ya ocasionó cuantiosas pérdidas. Sin respuestas del gobierno provincial, crece la incertidumbre de los exportadores.
Esta próxima semana deberían comenzar los trabajos de raleo en viñedos del Este mendocino que producen uva de exportación para consumo en fresco. Pero hasta mediados de esta semana, había dudas sobre la conveniencia de iniciar las costosas labores sin tener la certeza de poder darle salida comercial rentable a la producción.
Es que Brasil, que desde hace 4 años concentra cerca del 80% de los envíos de Argentina al exterior, prohibió el ingreso de la fruta a su territorio, aduciendo la presencia del ácaro Brevipalpus chilensis. El problema ya provocó fuertes pérdidas en la última temporada.
Esto podría, ahora, dar el golpe de gracia al negocio; porque la falta de competitividad del sector en los mercados de ultramar, lo hizo retirarse de plazas que hasta 2007/2008 eran destino de la mayor parte de las exportaciones locales del producto; por lo que prácticamente se le cerrarían las puertas del comercio internacional.
Alejandro Tagarot, de la empresa Andes Food Andes SRL. (de San Martín) recuerda que “todo empezó el 20 de abril de este año, cuando Brasil cierra el ingreso de uva de mesa de Argentina, por la supuesta aparición de Brevipalpus chilensis que no está en Argentina”.
Explica que “nosotros estábamos en la parte final de la cosecha 2012, y nos sorprendió con fruta en tránsito, con uva e insumos en los empaques, y todavía con uva en los parrales”.
Los propios importadores brasileños -según se comenta en Mendoza- interpretan que es una medida para arancelaria, en represalia por las restricciones que impone el gobierno argentino al ingreso de productos de Brasil, a territorio nacional. Como sea, la medida ha provocado cuantiosas pérdidas en el sector, que ahora se está planteando qué hacer, a pocos días de tener que iniciar labores que insumen fuertes inversiones.
Las empresas de la zona Este de Mendoza venían de exportar, con destino a Brasil, alrededor de un millón de cajas (de 8,2 kilos de uva cada una); lo que sumaba un valor FOB de entre 12 y 15 millones de dólares.
Ese volumen representa alrededor del 80% de las ventas externas de ese producto. El resto (se estima que entre 150.000 y 200.000 cajas), lo aportan mayoritariamente Lavalle, Maipú, Luján, Guaymallén y Tupungato.
El problema adquiere una dimensión mayor aún porque, según trascendidos de ámbitos oficiales, San Juan estaría exportando anualmente unos 40 millones de kilos, equivalentes a poco menos de 5 millones de cajas.
Llueve sobre mojado
Las pérdidas ocasionadas por la medida que impuso Brasil se suman a los problemas de competitividad que tienen, en general, todos los exportadores. Con un incesante aumento de los costos de producción primaria, empaque y transporte de la mercadería, y un tipo de cambio que no evoluciona en igual medida, el escenario no es promisorio.
Esta situación (propia de los desajustes de la economía argentina) fue lo que en su momento empujó a los exportadores a ir concentrando sus ventas en Brasil. “Hasta hace cuatro años, el mercado brasileño representaba no más del 20% de nuestras operaciones con el exterior”, explica Tagarot. “Hasta ese momento -subraya- nuestra cartera de clientes estaba mayoritariamente en España, Italia, Francia, Alemania, Holanda, Bélgica y Rusia.
Además estábamos haciendo prospección del mercado asiático. Nosotros, como empresa, hicimos inversiones grandes en promoción y estudios de mercados. En Asia, hemos hecho Tailandia, China, Hong Kong, Singapur e Indonesia.
Pero “con el aumento de costos internos que tenemos, no podíamos competir y tuvimos que dejar esos mercados que hoy son abastecidos por Sudáfrica y Chile”. En estos últimos años, la proporción se invirtió, y el 80% de los envíos tiene por destino mercados distintos del brasileño.
Ernesto Villasante, de Agrícola Villasante (también del departamento del Este) señala que en los últimos años su empresa ha estado realizando unos pocos envíos transoceánicos, pero al sólo efecto de no perder los clientes. “Esta última temporada -dice- mandé dos contenedores a Europa y uno a Estados Unidos, por ese compromiso”.
Villasante se queja -entre otras cosas- por el alto costo del flete interno de la zona de producción al puerto de Buenos Aires, que es más caro que el flete entre Buenos Aires y Europa. “Eso nos ha sacado del mercado”, dice el empresario. Además, denuncia que las retenciones (a las exportaciones) se calculan también sobre el flete Mendoza - Buenos Aires.
Cuantiosas pérdidas
La cosecha de la uva de mesa, en Mendoza, empieza normalmente el 1° de febrero. Es lenta, y se puede estar cargando hasta junio. Es que “nuestro nicho comercial se abre después que termina la venta fuerte de uva sanjuanina”, agrega Villasante. Por eso, “cuando salió la medida de Brasil, llevábamos cargado el 60% de lo que teníamos comprometido enviar a ese mercado. De manera que el 40% de la producción exportable no pudo llegar a destino”, comentó.
Damián Sánchez, de la firma Sánchez Cayetano y Otros (también de San Martín) dice que seis de sus cargamentos tuvieron problemas. Cuatro que iban por buque al norte de Brasil, y los otros dos, vía terrestre. El 80% era uva, el resto ciruela, también para consumo en fresco. Las dos cargas terrestres estuvieron 20 días en frontera; y las otras cuatro, 45 días en el puerto.
“Tuve que pagar U$S 350 diarios por los contenedores, más el alquiler del espacio, y la energía para activar el sistema de atmósfera controlada. Además, no pude cumplir con mi cliente de Brasil. Conclusión: perdí todo eso y todavía le estoy debiendo a mi cliente dos camiones completos de uva”.
Villasante, en tanto, revela que “peleamos mucho por la mercadería que estaba en tránsito, cuando Brasil prohibió el ingreso. Fue un mes, y en algunos casos hasta dos meses de incertidumbre. Finalmente, algo pudo pasar, pero el resto hubo que tirarlo. Lo que estaba en frigorífico se redireccionó a mercado interno, a supermercados. Como también había uva lista para trabajar en el empaque, algunos le dieron otro destino, inclusive mosto y parte de la producción quedó en los parrales”.
En definitiva, las empresas optaron por perder lo menos posible; porque cualquiera de esos otros destinos no deja retornos comparables con el de la exportación… mientras que todo lo producido se ajustó a un esquema de costos diseñado en función del destino original de la fruta.
Quienes están en el negocio aseguran que los costos de producción de una hectárea de uva de mesa pueden llegar a quintuplicar el de una hectárea de uva para vinificar.
“El manejo es distinto, los tratamientos fitosanitarios, en raleo, desbrote, descole… Para llegar a una uva de exportación, el costo por hectárea se ubica entre los U$S 8.000 y los U$S 10.000. Del 60% al 65% de ese valor, es mano de obra”, dice Villasante.
Fuente: Los Andes