Más calor, menos agua, más fenómenos meteorológicos extremos, menos alimentos y menos biodiversidad. El informe sobre los impactos del cambio climático que este lunes publican los científicos del clima que trabajan bajo el paraguas de Naciones Unidas -el grupo del IPCC- enumera los efectos que el cambio climático causado por el hombre que son ya visibles y la previsiones para las próximas décadas. "Este informe es una advertencia urgente sobre las consecuencias de la inacción... Tomar medidas a medias ya no es una opción", ha declarado Hoesung Lee, director del IPCC, el organismo que elabora los informes científicos que utilizan los políticos para tomar decisiones.
Según sostienen, las sequían son cada vez más frecuentes y prevén que sigan aumentando en los próximos años en todos los escenarios de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero. La zona del Mediterráneo en la que está España aparece de nuevo como una de las más vulnerables al calor extremo y, como consecuencia de ello, expuesta a un aumento de las sequías y de los incendios forestales.
"El informe es muy claro para nosotros y subraya la importancia de limitar el calentamiento global a 1,5 ºC [respecto a la temperatura que había al inicio de la era industrial]", señaló Thelma Krug, vicepresidenta del IPCC, durante un encuentro con periodistas en el que participó EL MUNDO. El contenido del informe, según Krug, "trae importantes consideraciones para los países" y refleja que "una de las barreras en los países en desarrollo es tener la financiación suficiente para poder implementar medidas de adaptación".
"Un dato muy contundente es que casi la mitad de la población mundial, entre 3.300 y 3.600 millones de personas viven en contextos altamente vulnerables al cambio climático", señala Jofre Carnicer, autor principal del capítulo 13 y especialista en impactos climáticos en el Mediterráneo en el Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF).
Del estudio se desprende que el aumento de temperaturas está afectando ya a la producción de alimentos en muchos lugares del mundo, alterada también por el incremento de lluvias torrenciales vinculadas al cambio climático.
En Europa, las pérdidas de cosechas debidas a la sequía y al calor extremo se han triplicado en todo el continente en los últimos 50 años y se prevé que sigan aumentando a medida que se añadan grados a la temperatura global. La mayoría de esas pérdidas se producen en el sur de Europa.
"Sabemos que, debido al cambio climático, se ha reducido ya un 5% la productividad de los tres principales cultivos en el mundo, maíz, trigo y arroz", apunta Marta Rivera-Ferre, coautora del capítulo 8 del informe e investigadora en Ingenio (CSIC-Universidad Politécnica de Valencia).
Y a más emisiones, más inseguridad alimentaria: "Habrá menos capacidad de cultivar alimentos y se estima que en torno al 10% de la superficie agrícola útil actual no podrá ser usada si se da el escenario 8.5, con más emisiones", señaña Rivera-Ferre, que recuerda que el hecho de que los trabajadores del campo estén expuestos durante más días al calor extremo reducirá también la productividad.
Con el calentamiento continuado, las zonas agrícolas propicias en Europa se desplazarán hacia el norte, reduciendo la tierra disponible para agricultura en nuestro país.
Asimismo, en la región mediterránea la producción agrícola global en 2050 se reduciría un 17% en el escenario más pesimista, el 8.5, con muy altas emisiones y pocas acciones de mitigación.
Por lo que respecta a la pesca, se estima que entre 1930 y 2010 se ha reducido el potencial de capturas pesqueras un 4,1% debido al calentamiento de los océanos.
Este trabajo es la segunda de las tres partes de las que consta el Sexto informe de evaluación del IPCC -en agosto se publicó la primera, centrada en la ciencia del cambio climático y en la situación por regiones-.
Esta segunda entrega, finalizada ayer domingo y aprobada por 270 autores de 67 países y 195 gobiernos, presenta en síntesis la mayor revisión realizada hasta ahora sobre los estudios realizados en todo el mundo desde 2014 (cuando se publicó el Quinto Informe del IPCC) sobre los impactos del calentamiento global en las personas y en los ecosistemas, los que ya se están produciendo y la previsión para las próximas décadas en distintos escenarios que tienen en cuenta diferentes niveles de reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero y con ello, diferentes aumentos de la temperatura global respecto a la que había al inicio de la era industrial.
Desde que comenzó la era industrial, la temperatura ha subido ya de media 1,1 ºC aunque en el Mediterráneo ya vamos por 1,5 ºC. El objetivo de la comunidad internacional es limitar esa subida a los 1,5 grados a finales de siglo, o a los 2 ºC como mucho, aunque la primera parte del informe ya mostró que al ritmo actual, el aumento podría llegar fácilmente a los 3 ºC.
Tal y como quedó de manifiesto durante la última Cumbre del Clima celebrada en noviembre en Glasgow, se estima que con los planes actuales de los Gobiernos, el calentamiento en 2100 se situaría entre los 2,3 y 2,7 °C. El informe del grupo de expertos en cambio climático del IPCC sostiene que "las acciones a corto plazo que limitan el calentamiento global a cerca de 1,5°C reducirían sustancialmente las pérdidas y los daños previstos en los sistemas humanos y los ecosistemas, en comparación con niveles de calentamiento más altos, pero no pueden eliminarlos todos".
En las próximas décadas, se agudizará el problema de la escasez de agua. Según el IPCC, con un calentamiento de so grados, de 800 a 3.000 millones de personas en todo el mundo sufrirán escasez de agua crónica, mientras que la cifra subiría a los 4.000 millones de personas en un escenario de cuatro grados (la población mundial actual es de 7.700 millones actuales y según la ONU, aumentará hasta los 9.700 millones en 2050, pudiendo llegar a un pico de cerca de 11.000 millones para 2100).
En el sur de Europa, más de un tercio de la población sufrirá escasez de agua con 2 ºC de calentamiento; el doble si se llega a 3 ºC, lo que según el informe, conllevará un aumento de las pérdidas económicas en los sectores dependientes del agua y la energía.
Además de propiciar un aumento de las sequías y de las lluvias torrenciales, el IPCC sostiene que el cambio climático causado por el hombre está impulsando el aumento del nivel del mar, la acidificación de los océanos y la intensidad de los ciclones tropicales. El informe de agosto ya atribuyó "inequívocamente" esas alteraciones del clima a la acción humana, un punto en el que incide la nueva entrega, que advierte que en algunos casos, esto ya ha expuesto a las sociedades humanas y al mundo natural a riesgos intolerables e irreversibles, más allá de los límites a los que pueden adaptarse. Esta es precisamente una de las novedades de este informe, pues el anterior informe del IPCC de 2014 era más cauto sobre cómo el cambio climático afectaba a las sociedades humanas.
En este trabajo se recogen también los efectos en la salud física y mental de las personas. La exposición al humo de los incendios incrementa enfermedades cardíacas y respiratorias mientras que la mayor frecuencia de fenómenos meteorológicos extremos está propiciando también que haya más traumas. En lo que respecta a las víctimas mortales, el informe señala que una sequía o una inundación tienen 15 veces más probabilidades de matar a las personas de las regiones más vulnerables, en comparación con las de las regiones menos vulnerables.
Asimismo, el IPCC vincula los fenómenos extremos con un empeoramiento de los conflictos violentos y con las migraciones forzadas, al propiciar la inseguridad alimentaria, la malnutrición y la destrucción de los hogares o la inviabilidad de sus terrenos agrícolas de millones de personas.
En lo que respecta al impacto en los ecosistemas, para realizar este informe se han analizado 100.000 especies , tal y como explica Jofre Carnicer, profesor de la Universidad de Barcelona, "el riesgo de extinción va a ser muy alto si no se toman medidas de mitigación".
Así, los científicos del IPCC señalan que el riesgo de extinción de especies amenazadas será 10 veces mayor con un aumento de 3 ºC en comparación con un calentamiento de 1,5 ºC. En un escenario de 1,5 ºC, entre el 3 y el 14% de las especies terrestres correrán un riesgo muy alto de extinción. "El Mediterráneo es un punto caliente y ya ha habido perdidas irreversibles", dice Carnicer. "Ha habido especies e incluso mamíferos extinguidos por el cambio climático, como el ratón cola de mosaico, que vivía en un área muy sensible al cambio climático, entre el norte de Australia y Papúa Nueva Guinea. Su habitat se ha reducido mas de un 97% y es el primer mamífero que se ha extinguido globalmente", señala.
Las proyecciones realizadas en este informe señalan que con un calentamiento de 2 ºC en 2100, hasta el 18% de todas las especies terrestres estaría en alto riesgo de extinción.
Según algunos análisis, que se mantenga la resiliencia de los ecosistemas a escala global dependerá de que se pueda proteger de forma efectiva entre el 30 y el 50% de la superficie terrestre, de las reservas de agua dulce y de las áreas marinas.
Asimismo, como recuerda Marta Rivera-Ferre, el informe destaca "la necesidad de contar con las poblaciones locales e indígenas para desarrollar estrategias de conservación. Requiere contar con sus conocimientos, generar ese diálogo de saberes, entre el conociomiento científico y otros conocimientos para desarrollar estrategias efectivas y evitar la mala adaptación, es decir, respuestas que al final, de forma no intencionada, acaban generando un incremento en la desigualdad o haciendo que determinados grupos sean más vulnerables que al principio. Hablamos de mujeres o grupos indígenas que han sido excluidos de las conservaciones en muchos territorios", señala.
Una novedad del informe, repasa la investigadora, es que aparece el concepto del punto de no retorno social, que se añade al punto de no retorno ecológico. "La vulnerabilidad de algunos colectivos es tan grande que no hay posibilidad alguna de adaptación", asegura.
Y es que desde su punto de vista, "este informe nos muestra que la vulnerabilidad es contextual, no todas las personas del planeta son igualmente vulnerables al cambio climático. Hay factores económicos, de desarrollo, vinculados a la desigualdad, y cada país debe adaptarse de una forma", sostiene Rivera-Ferre. "El coste de la inacción es mucho mayor que el de la acción", subraya.
Las reacciones de los ecologistas han sido inmediatas. La organización Greenpeace considera que "no estamos preparados para lo que viene". En un comunicado,Kaisa Kosonen, asesora política principal de Greenpeace Países Nórdicos y experta en los informes del IPCC, ha instado a "ponernos manos a la obra" y ha subrayado la necesidad de "hacer todo de forma más rápida y audaz, a todos los niveles, y no dejar a nadie atrás".
"El lado positivo es que no todos los impactos más extremos son inevitables. Con una acción rápida, podemos limitar su frecuencia y gravedad y ayudar a las personas y los ecosistemas a adaptarse a algunos impactos", ha valorado por su parte Stephen Cornelius, director mundial de WWF para el IPCC. /El Mundo.es
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