Estudian efectos de la exposición continua de granadas al frío

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Estudian efectos de la exposición continua de granadas al frío

Durante los últimos años, la granada (Punicagranatum L) ha ido cobrando popularidad en el mundo entero debido a una serie de estudios que demuestran sus beneficios para la salud. Su demanda a nivel mundial ha aumentado sistemáticamente desde el 2000, sobre todo en EE.UU. y la Unión Europea, llegando a ser conocida como la “súper fruta”.

Foto: Gentileza CREAS

Fotografía gentileza CREAS

Esta fruta es cultivada en Chile en contra-estación al Hemisferio Norte y ha demostrado una impresionante adaptación a las condiciones climáticas, suelo y escasez de agua de la zona norte y central del país.

Sin embargo, es necesario someterla a períodos de conservación para ingresar con éxito al mercado internacional, lo que provoca la aparición de alteraciones fisiológicas en la piel del fruto que lo que deprecian.

Así, la investigadora Mónika Valdenegro, Dra. en Agronomía e investigadora del Centro Regional de Estudios en Alimentos y Salud [CREAS] decidió enfocarse en los efectos del frío en la granada, donde descubrió que la aparición de este tipo de daño en la fruta tiene una estrecha relación con la hormona vegetal del etileno y la ruta de biosíntesis.

La iniciativa corresponde a un proyecto Fondecyt titulado "Study of Physiological, Biochemical And Molecular Responses Associated To ChillingInjury In Pomegranate Fruit (Punica  granatum)" (Estudio fisiológico, bioquímico y molecular de la respuesta de la granada al daño por frío), el cual es liderado por Valdenegro.

De acuerdo al CREAS, durante el primer año de ejecución del proyecto, el equipo evaluó bajo qué condiciones y en qué momento ocurre la aparición del daño por frío en las granadas, para lo que Valdenegro diseñó experimentos que le permitieran trabajar en conservación de la granada Wonderful, la variedad más plantada en Chile.

Así, el estudio confirmó que tras conservar la fruta a 2°C por más de tres meses aparece un punteado y pardeamiento del fruto, es decir,  manchas en la superficie de la cáscara. Asimismo, los datos indicaron que si el daño avanza puede llegar a afectar a los arilos, produciendo decoloración.

Valdenegro trabajó con frutas de las regiones de Coquimbo y Valparaíso, en las que detectó daño por frío tras superar los 50 días de conservación a 2°C.

“Hicimos salidas periódicas de cámara y sometimos la fruta a un periodo de acondicionamiento y aclimatación a temperatura ambiente que es lo que se requiere para que los daños realmente se expresen con intensidad”, comentó.

Fotografía gentileza CREAS

Fotografía gentileza CREAS

“Luego realizamos una caracterización microscópica del daño y confirmamos que éste -en cáscara- se produce principalmente en la membrana celular; con disrupciones que facilitan y aceleran la deshidratación del fruto”, detalló.

De este modo, resultan relevantes los hallazgos de la investigadora ya que esta fruta debe cumplir con una determinada apariencia externa y calibre para ser exportada; de no ser así, la fruta queda para consumo local con menores retornos.

Así, la hipótesis de esta investigación señala que la hormona vegetal del etileno es clave y puede tener un rol en la aparición de este daño en la fruta, y los fenómenos involucrados en su aparición puesto que es una molécula “señal” frente a determinados estrés que puede sufrir un tejido vegetal, entre ellos, el frío.

“Numerosos estudios han demostrado que la hormona etileno, la cual se asocia a numerosos procesos metabólicos normales de plantas y frutos como la senescencia y maduración, está involucrada con la aparición de los síntomas observados en daño por frío en otros frutos”, señala el documento del CREAS.

A raíz de lo anterior, se  evaluó y realizó un seguimiento de la producción de esta hormona durante el primer año de investigación, en el cual se detectó que en las primeras semanas de conservación se produce un leve incremento en la producción de etileno, alza que luego es revertida y se manifiesta con los daños.

“Coincide con los periodos en los cuales nosotros notamos que comienza a incrementar el daño”, explicó Valdenegro, agregando que “si se produce un aumento de la producción de esta hormona a los 20 días, pasados los 25 días comienzas a ver señales físicas, pérdida de firmeza, comienzas a ver que la determinación analítica del color muestra diferencias y aparece el punteado y pardeamiento”.

Actualmente -en el segundo año del proyecto-, la investigadora está realizando pruebas con aplicaciones exógenas de etileno e inhibidores de la acción del mismo en condiciones de refrigeración; además, se están analizando los niveles de hormona, visualizando los metabolitos que son precursores y las enzimas que participan en la ruta de biosíntesis del etileno.

“Vemos que nuevamente se produce un incremento en la producción de etileno el cual se ha podido medir a través de cromatografía gaseosa y también se han estado midiendo los precursores de este etileno. Vemos que hay relaciones, que hay modificaciones significativas respecto de un tratamiento control”, concluyó la investigadora.

A raíz de este proyecto comenzaron a ejecutarse otras investigaciones paralelas. Una de ellas es el estudio sobre la evolución y cambios que se producen a nivel funcional en la granada, donde se busca comprobar si el estrés por frío modifica y/o altera la concentración de pigmentos antocianos en los arilos o la concentración de taninos en la cáscara, como sí ocurre en otros frutos.

www.portalfruticola.com

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